sábado, 22 de enero de 2011

El músico y la misteriosa dama



No acierto a comprender… Sentados tú y yo, frente a frente. Somos dos amantes extraños. ¡Te necesito tanto! Y, al mismo tiempo, huyo de ti por mi impaciencia. Será porque tienes tantas cosas importantes que decirme, que enseñarme… que se me hace realmente difícil escucharte.

Ciudad helada, en suspensión. Podría moverme y no alcanzarte. Retazos de un pasado que difícilmente cambiará emergen por los profundos rincones de mi mente. Cómo contar nuestra historia. Nos queremos y odiamos, por eso no sé por dónde comenzar. ¡Oh, Tiempo! Pájaro tiñoso que construyes tu nido sobre invenciones que nos reconcilian con nuestro pasado. Y tú, y yo, aquí; cara a cara de nuevo, mirándonos frágilmente sin dirigirnos la palabra. ¿Para qué? Hacerlo nos alejaría. En ocasiones creo que sólo tú me comprendes, pero en otras tu crueldad me exaspera, me atormenta como nadie. Nieva en las calles lóbregas. Los coches se arrastran lentos; las gentes caminan ocultas entre amplias prendas que les protegen de la noche en su atmósfera invernal. Se aprecian luces cálidas en las estancias a resguardo. ¿Aún no te has marchado, mi amor, mi peor enemigo? ¿Sigues aquí?

Una vez soñé que éramos felices juntos. Pero hoy de nuevo huyo, no puedo tenerte cerca tanto tiempo, me mata, mas te anhelo, te busco cada día. Nuestra pasión eterna es imposible… Y me acerco como siempre al piano de cola junto a una vieja estufa de leña: Debussy, Arabesca nº 1.

El Músico y su misteriosa dama: Silencio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comentar mi publicación!!