sábado, 30 de enero de 2010

Otro Grande que nos deja... Hasta siempre

"Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada. Para esas cosas son muy especiales, sobre todo mi padre. Son buena gente, no digo que no, pero a quisquillosos no hay quien les gane. Además, no crean que voy a contarles mi autobiografía con pelos y señales. Sólo voy a hablarles de una cosa de locos que me pasó durante las Navidades pasadas, antes de que me quedara tan débil que tuvieran que mandarme aquí a reponerme un poco. A D.B. tampoco le he contado más, y eso que es mi hermano. Vive en Hollywood. Como no está muy lejos de este antro, suele venir a verme casi todos los fines de semana. El será quien me lleve a casa cuando salga de de aquí, quizá el mes próximo. Acaba de comprarse un Jaguar, uno de esos cacharros ingleses que se ponen en las doscientas millas por hora como si nada. Cerca de cuatro mil dólares le ha costado. Ahora está forrado el tío. Por si no saben quién es, les diré que ha escrito El pececillo secreto, que es un libro de cuentos fenomenal. El mejor de todos es el que se llama igual que el libro. Trata de un niño que tiene un pez y no se lo deja ver a nadie porque se lo ha comprado con su dinero. Es una historia estupenda. Ahora D.B. está en Hollywood prostituyéndose. Si hay algo que odio en el mundo es el cine. Ni me lo nombren".

J. D. Salinger. El guardián entre el centeno (The catcher in the Rye).

martes, 26 de enero de 2010

Corría el 2003 por Logroño City...



Red Wine eran:
Mario Suárez: Voz
Jesús Zuazo: Guitarra
Dan Díez: Guitarra
Iván Crespo: Teclados
Dani Martínez: Bajo
Juan Carlos Márquez "Yoni" - Batería



Lux Belle eran:
Marta Beceiro: Voz
Jesús Olazagoitía: Guitarra
Sergio Cornejo: Guitarra
Félix Inchausti: Teclados
Miguel Sáenz: Bajo
Juan Cruz Ocón: Bateria

A todos los heavies que por entonces llevábamos greñas!! (Javi, Eduardo, Mario, Juantxo, Kai etc etc...)

Impromptu en Si menor



(Ejercicio de improvisación al piano grabado el lunes 25 de enero de 2010).

jueves, 7 de enero de 2010

Lhasa de Sela, la voz de un ángel errante

CARLOS GALILEA 05/01/2010. El País.

Se llamaba como la capital del Tíbet. El nombre de Lhasa se le ocurrió a su madre cuando la pequeña había cumplido ya cinco meses: mientras leía el Libro tibetano de la vida y la muerte pensó que era el idóneo para aquel bebé muy sonriente y con los ojos algo rasgados.


La cantante y compositora falleció el 1 de enero en su casa de Montreal, a consecuencia de un cáncer. Tenía sólo 37 años. Hija de un profesor y escritor mexicano y de una fotógrafa estadounidense, Lhasa de Sela pasó su infancia recorriendo carreteras de México y Estados Unidos en un viejo autobús escolar convertido en el hogar de dos adultos, cuatro niñas, tres gatos, un loro, dos tortugas y un perro. Sin televisión. Ni electricidad ni agua corriente ni teléfono. Las pequeñas leían todo el tiempo y por la noche organizaban espectáculos.


Lhasa nació cerca de Woodstock (Nueva York), en 1972, y vivía desde los 19 años en Montreal (Canadá), donde llegó para estar con sus tres hermanas, que estudiaban en una escuela circense. Ya había despertado el interés de los medios musicales con su premiado disco La llorona (1997), al que seguirían The living road (2003) y Lhasa (2009), tras pasar un año en el sur de Francia en el pequeño circo en el que trabajaban sus hermanas, una como payaso; otra, funambulista, y la tercera, contorsionista y acróbata.


Creció escuchando a Violeta Parra, Chavela Vargas, Billie Holiday, Amália Rodrigues, Maria Callas... Siempre le atrajo la música triste, confesaba. El crítico británico Charlie Gillett comentó que, de haber tenido Nico y Leonard Cohen una niña en la década de los setenta, hubiera sido Lhasa.


En Montreal, acompañada por el guitarrista y productor Yves Desrosiers, Lhasa actuó durante cinco años en bares como Le Quai des Brumes o Les Bobards. Lugares ruidosos en los que cantaba con las manos en los bolsillos y los ojos cerrados para un público que bebía y hablaba. Lo explicó en una entrevista para EL PAÍS: "Me dije que no podía enojarme con ellos porque no tenían obligación de escucharme. Era yo quien tenía que hacer que quisieran escucharme de verdad y no por cortesía".


Según ella, cada canción surgía de una chispa y ya venía en un idioma determinado: español, inglés -las lenguas de mamá y papá- o el francés de la ciudad que la acogió. Sus composiciones se escuchan en la película de John Sayles Casa de los Babys, el documental de Madonna o la serie Los Soprano, y suenan a chanson francesa, folk norteamericano, blues, ranchera... Escribía frases como "tuve que quemarme p'a llegar a tu lado" y contaba en sus conciertos la historia de su abuelo libanés, que se escondió en un barco con destino a Marsella para huir de un padre que no lo quería. De La confesión ("Me siento culpable porque tengo la costumbre") aseguraba que tardó meses en comprender que se trataba de una fantástica explicación sobre la culpabilidad y cómo librarse de ese terrible sentimiento. Y Lhasa no quería sentirse culpable nunca más.




JULES BECKMAN:

"Siempre hemos oído algo ancestral manifestarse a través de ella. Ella siempre ha hablado desde el umbral existente entre los mundos, fuera del tiempo. Ella siempre ha cantado sobre la tragedia, triunfo y distanciamiento humano, buscando con una sabiduría del Testimonio. Ella ha colocado su vida a los pies de lo Invisible".

lunes, 4 de enero de 2010

La Inautenticidad según el existencialismo de Ludwing Binswanger

Alguien que no es auténtico ya no está “creciendo”, simplemente “está”. Ha cambiado la apertura por la cerradura, lo dinámico por lo estático, las posibilidades por las actualidades. Si la autenticidad es movimiento, sencillamente esta persona se ha detenido. Los existencialistas evitan las clasificaciones. Cada persona es única. En principio, empezamos con diferentes “materiales básicos” (genética, cultura, familias y demás). Luego, a partir de estas bases, empezamos a crearnos a nosotros mismos en virtud de las elecciones que vamos tomando. Por consiguiente, hay tantas formas de ser auténtico como personas existen, así como de no serlo.


La convencionalidad es la forma más común de no ser auténtico. Incluye la ignorancia de la propia libertad y el vivir una vida conformista de materialismo superficial. Si te las ingenias para ser como cualquier otro, no necesitarás escoger ni crear elecciones. Puedes dirigirte a la autoridad, a tu pareja o a la publicidad para que te “guíen”. Entonces caerás en lo que Sartre llamó "mala fe".


Otra forma de inautencidad es la llamada neurosis existencial. De cierta forma, el neurótico existencial es más consciente que la persona convencional: sabe que se enfrenta a elecciones importantes que le obligan decidir y ello le asusta De hecho, le asusta tanto que se sobresatura, se queda estupefacto o entra en pánico, o cambia su ansiedad existencial por una neurosis ansiosa y de culpa: encuentra algo “menos fuerte” (un objeto fóbico, una obsesión o compulsión, un blanco para su ira, una enfermedad o la pretensión de una enfermedad) para hacer más objetivas las dificultades de su vida. Un psicólogo existencialista diría que aunque puedas deshacerte de los síntomas con un buen número de técnicas, al final tendrías que enfrentarte a la realidad del Dasein, que significa en alemán "ser en el mundo".


Binswanger considera que la inautenticidad sería elegir un simple tema en la vida, o incluso un pequeño número de temas que condicionan y dominan al resto del Dasein. Estos sujetos "inauténticos" pueden poseer una personalidad dominada por la necesidedad de “retener” o “mantener dentro de uno”, de rigidez y perfección. O bien pueden no sentirse en control de sus vidas aludiendo constante y ansiosamente a la suerte, al destino o a la espera. Una persona que come de forma ansiosa puede estar dominada por un sentimiento de vacío y de necesidad de llenarse a sí mismo. Un adicto al trabajo puede estar dominado por sentimientos de pérdida del tiempo o de ser superado.


El análisis existencial tiene como meta la autonomía del paciente. De la misma manera en que enseñamos a un niño a montar en bicicleta, debemos sujetarles por un tiempo, pero eventualmente tendremos que dejarles ir solos. El niño podría caerse, pero si nunca le soltamos, ¡nunca aprenderá a montar! Si la “esencia” del Dasein es la responsabilidad y libertad en la propia vida, entonces no puedes ayudar a alguien a hacerse un humano más completo a menos que estés preparado para liberarle... ¿Cómo liberarle? En la siguiente entrada de blog. Por hoy ya es suficiente...

sábado, 2 de enero de 2010

Fragmento de "El compositor de Tormentas" de Andrés Pascual

Más de una vez se había quedado observándole mientras el pequeño se concentraba para no perder el hilo de algún sonido apenas imperceptible, o mientras reproducía una secuencia rítmica extraída del golpeteo del viento contra la ropa tendida o del martillo lejano de un herrero. Lo sentó sobre sus rodillas. No podía disimular una abierta sonrisa de satisfacción. Pegó su gran nariz a la pequeña y respingona del niño.
–Algún día te enseñaré cómo se debe amar a la música para recibir el mismo amor de ella –le prometió.
–Más vale que tu tio se conforme con amar a la música –ironizó el maestro escribano desde el otro extremo de la sala, defendiéndose de las burlas del resto–. No hay mujer en el mundo que le soporte.
Los demás soltaron una carcajada.
—Lo que ocurre es que la mayoría de las mujeres no están preparadas para tanta sensibilidad –le defendió una de las primas.
–¡Otra jovenzuela que lee a Shakespeare! –protestó el maestro escribano–. Ese inglés os tiene hechizadas con sus versos.
–Mi querido hermano no entiende que la música nos penetra de forma doble, en una orgía de carne y espíritu. ¿Qué mujer podría darme eso?