sábado, 6 de noviembre de 2010

Ensoñaciones Fantásticas (serie 4)

El espíritu de Amaterasu




Cuenta la leyenda que Amaterasu, la más hermosa diosa del panteón japonés, diosa del Sol, nació del baño del ojo izquierdo de Izanagui. Este dios decidió dividir el mundo entre sus tres hijos, ofreciendo su collar sagrado, símbolo de soberanía, a Amaterasu para que reinara en los cielos y llevase la luz al mundo. Sus dos hermanos eran el dios de la luna Tsuki Yomi, y Susano-O, un poderoso y violento Dios asociado con las tormentas.

A Susano-O le molestó que su hermana gobernara en los cielos, pero tras ciertas argucias consintió que viviera allí también. En vez de agradecérselo, su hermano, caracterizado por su crueldad, hizo lo imposible por enfadar a la diosa. Destruía los campos divinos de arroz con los que la diosa alimentaba a Japón. Ensuciaba con estiércol los suelos del palacio real. Pero lo que realmente hizo entristecer a la diosa, fue la muerte de su caballo celestial. La diosa, que hasta ahora siempre había sido muy feliz, conoció el llanto y la amargura, y para que no la vieran así, decidió encerrarse en una cueva que tapió con una gran roca. A causa de ello, las islas se sumieron en las tinieblas y la tristeza. Las plantas dejaron de crecer, y todas las actividades se paralizaron. Temiendo que esto fuera así por toda la eternidad, otros dioses fueron a buscarla. Amaterasu no quería salir así que decidieron engañarla. Formaron una gran fiesta en nombre de una diosa maravillosa. Curiosa la diosa, salió a conocer quien era esa nueva deidad, y cual fue su sorpresa al verse reflejada en un espejo que el resto de los dioses habían puesto a la entrada, cosa que alegró mucho a la diosa y volvió a brillar saliendo de la cueva.

Su hermano fue expulsado del reino de los cielos, y tuvo que conformarse con el reino de los mares. Amaterasu, viendo como la querían en Japón, envió a su nieto Jinmutenno a la tierra, para ser el primer gobernante, y de ahí explican la divinidad de la monarquía japonesa. Un día, el sol decidió crear al hombre para que habitara las hermosas islas creadas por Izanagui e Izanami (refiriéndonos al archipiélago de Japón...). Con sus propios rayos, moldeó a una hermosa mujer, Amaterasu, y la nombró Diosa de la Luz. Después creó al resto de los dioses para que la hicieran compañía.

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