jueves, 5 de agosto de 2010

Para que no sirva de ejemplo

Mi ansiada tarde de solaz solitario ha transcurrido tranquila entre capítulos de Californication y lecturas varias de los blogs que suelo ojear habitualmente, y de otros nuevos. Sobre Californication sólo decir que estoy totalmente enganchado a su filosofía cínica y desvergonzada que ironiza sobre el estado de insatisfacción crónica del hombre del siglo XXI. Todo ello condimentado con múltiples referencias a los grandes de la literatura; por algo el personaje principal es un escritor decadente, alcohólico y donjuán. ¿No os suena al París de principios del siglo XX? La diferencia es que este escritor vive en el fatuo Los Ángeles de la actualidad y rodeado por toda la farándula hollywoodiense…

De mi repaso a diferentes blogs, sólo he concluido una cosa: no me perdonaría jamás que mi blog terminase siendo como algunos de los que he leído esta tarde… Un breve apunte antes de continuar. Se supone que iba a estar quince días sin escribir, pero este blog puede conmigo y resuena en mi conciencia constantemente para que le preste atención. Digamos que es algo inevitable (empiezo a tener demasiadas cosas “inevitables” en mi vida, qué “miedito”, como me diría cierta persona). Retomando el tema y al grano, he estado leyendo blogs que, en un primer vistazo, parecen “súper-profundos” y “trascendentales”; otros en los que se escriben mini-relatos a lo Poe, con entornos lúgubres y atávicos; y, por último, los dogmáticos. Estos últimos, mis preferidos pues son aquellos que despotrican contra todo, se burlan hasta de sí mismos y proclaman un nihilismo absoluto bajo una moralidad incierta. Así tenemos que, en conclusión, los primeros (los “súper-profundos”), me parecen ñoños y soporíferos. Si quiero profundizar, profundizo yo solo y no torturo a los demás. Los segundos, burdas imitaciones que no superan lo que hay, pero con los que algunos adolescentes flipan que no veas. Para mí son como ese viento castellano y lacerante de una fría mañana de febrero. Y ¿qué decir de los últimos? Pues que, aunque los prefiero a los otros dos, deberían proponer más y exigir menos.

Pero, por otro lado, ¿quién cojones me creo yo para opinar sobre lo que los demás hacen con verdadero cariño, pasión y altruismo? Nadie, sólo el tuerto en el reino de los ciegos. Aunque me he desahogado. Así que, tras esta absurda perorata, sólo añadiré: haced lo que os dé la gana, y escribid y leed lo que os plazca, que yo haré lo mismo. Y aquí concluye la nada más absoluta que podáis leer en cualquier blog de Internet. Apunte a otros blogs: esto es el nihilismo en estado puro. Amén.

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