miércoles, 27 de febrero de 2013

Diez himnos nacionales alternativos que son más populares que los oficiales

vivaespana
Hubo un tiempo en el que no era tan infrecuente que a la selección española o a sus deportistas individuales les pusieran ‘¡Qué viva España!’ de Manolo Escobar en las inusuales ocasiones que iban a recoger sus medallas. Suecos, canadienses o neozalandeses no podían entender cómo un pueblo tan alegre y folklórico como el español podía tener un himno tan soso… ¡e instrumental!
Nosotros tampoco concebimos que Australia no adopte ipso facto la magnífica ‘Walzing Matilda’ y olvide de una vez por todas la previsible y cursilona ‘Advance Australia Fair’.


Australia: ‘Walzing Matilda’
Canción infantil compuesta en 1895 por el poeta nacionalista australiano Andrew Barton Paterson y que los oriundos del país-continente aman como si fuera su verdadero himno nacional. Yo me quedo con la versión con que se abría ‘El Valle Secreto’, legendaria serie sobre jóvenes castores y taimadas arañas:


Portugal: ‘Grandola, Vila Morena’
En principio, su papel en la que sería la Revolución de los Claveles (1974) iba a ser más anecdótica: fue la señal que utilizaron los militares para levantarse contra la dictadura fascista de Salazar. Cuarenta años después, el efecto simbólico de la emotiva canción compuesta por Zeca Alfonso aún no se ha disipado: los revolucionarios del atormentado Portugal actual se la cantan a sus (títeres) gobernantes.


Grecia: Patrida
La última en entrar en la selección, por parecidos motivos al revival de ‘Grandola’: la catastrófica situación económica y social de Grecia. Compuesta en 2009 por Alkinoos Ioannidis, este melancólico rap ha sido adoptado por las masas enfurecidas del país heleno: “Mientras miro las noticias de la noche sé que no me van a decir nada. Estoy en llamas y veo el fin con los ojos como platos”.


Escocia: ‘Scotland the brave’
El himno oficial de Escocia es ‘Flor de Escocia’, pero cualquier descendiente de Willam Wallace que se precie no dudará en desenfundar su gaita a la mínima de cambio y soplar los acordes de ‘Scotland the brave’, la marcha que suena cada vez que el batallón escocés viene a salvar el culo de los patanes ingleses.


Irlanda: ‘Ireland’s call’
Del patrio mismo trasero de la Gran Bretaña nos llega otro himno oficioso recién llegado: en 1995, concretamente. Lo compuso Phil Coulter y lo utiliza la selección de rubgy de Irlanda, lo que viene a ser el equivalente a un coro rociero para Sevilla. Su letra es igual de previsible: “Irlanda, Irlanda. Juntos permanecemos, hombro con hombro, respondiendo la llamada de Irlanda”.


Estados Unidos: ‘America the beautiful’
Nueva de cada diez estadounidenses dejarían caer a su bebote al suelo para llevarse la mano al corazón cuando suena el himno nacional (‘The Star-Spangled Banner‘), pero eso no es óbice para que se les pongan los pelos como escarpias cuando escuchan este poema cantado, compuesto en 1893 por Katharine Lee Bates mientras atravesaba en tren las llanuras Kansas y Colorado un 4 de julio…


España: ‘¡Qué viva España’!
Ahora nos puede sonar a cruel sarcasmo, pero juro que en los tiempos oscuros de Sauron, la tonadilla de Manolo Escobar ayudó a construir, allende los mares, un estereotipo sobre los oriundos de la Piel de Toro (como se decía entonces) y en casa emocionaba lo mismo en Cádiz que en Galdákano: “Entre Flores, fandanguillos y alegrías, nació en España la tierra del amor. Solo dios pudiera hacer tanta belleza, y es imposible que puedan haber dos”. Telúrico.


Inglaterra: ‘Jerusalem’
¿Cómo es posible que el himno oficioso de Inglaterra se llame ‘Jerusalem’ y no Manchester o Londres? Lo achacaremos a la excentricidad inglesa (la otra opción es hacerlo a la “flema”). Se trata de un poema de William Blake, llevado al órgano por Hubert Parry en 1916 que narra la fundación de una nueva Jerusalén “lejos de los oscuros molinos satánicos”, lo que viene siendo la Revolución Industrial. Podría estar cantada por una pandilla de hobbits que ha tenido que dejar la Tierra Media contra su voluntad:


México: ‘El rey’
“Una piedra en el camino me enseñó que mi destino era rodar y rodar”. Los versos escritos por José,  Alfredo Jiménez son más bellos, potentes y reconocibles que los que trufan el violento himno oficial mexicano: “Mexicanos, al grito de guerra/ el acero aprestad y el bridón/ Y retiemble en sus centros la tierra/al sonoro rugir del cañón.


Austria: ‘Danubio Azul’
Austria lo tenía difícil para extraer un himno de tan ilustre elenco de compositores. El oficial -Budeshymne- está basado en una letra de Mozart, ahí es nada, mientras el más popular corresponde al inmortal vals compuesto por Johan Strauss en 1867: el ‘Danubio Azul’.



Con información de El País y República Insólita.

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