domingo, 4 de septiembre de 2011

Transiberiano: Riga y San Petersburgo

Me resulta difícil contaros en unas líneas un viaje de todo un mes por Eurasia, pero trataré de acometer un gran ejercicio de síntesis y empezaré desde el principio, a ver qué sale. Os debo confesar que me he pasado una gran parte del viaje tomando notas mentales de lo que veía, oía y sentía, fruto de las cuales habré escrito unas 30 páginas solo con descripciones. Relatar los hechos me llevará al menos otros 6 meses de maquillaje y aderezamiento ("proceso de chapa y pintura", como diría un buen amigo).

Sin más rollos, al meollo. Como muchos ya sabéis, partimos de Madrid el 31 de julio hacia Riga. Os pudiera parecer que Riga solo fue una simple escala previa a tomar el tren transiberiano en San Petersburgo, pero ni mucho menos. Riga es una ciudad que os recomiendo visitar si algún día decidís ir al Báltico. Tras unas 4 horas y media de vuelo aproximadas, aterrizamos en el diminuto aeropuerto internacional de la capital letona. Si bien es cierto que aún se respira un cierto tufillo comunista, las nuevas juventudes letonas están peleando bastante por europeizar sus vidas y su país, confiriéndolo de mayores libertades y apertura; de esta manera, se esfuerzan por aprender inglés y vivir conectados con el resto de Europa y del mundo, simples cosas que, sinceramente, no vimos ni en Rusia ni en China. Otro elemento que nos llamó la atención de este país (a la postre me enteré de que era algo extensible a todo el Báltico y Rusia) es su alta natalidad y la juventud de las madres, rondando todas los 25 años (tirando por lo alto), y no por ello relegadas a una vida exclusivamente familiar o sin ambiciones. Esto me ha llevado a reflexionar si el problema en España no es, más bien, que queremos las cosas sencillas y sin tener que esforzarnos demasiado; un ideal que difícilmente conseguiremos dadas las actuales circunstancias. Debates fecundativos al margen, sin duda, la joya de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad y próxima Capital Europea de la Cultura en 2014, a parte de su ciudad vieja y su vida cultural y social, son sus barrios periféricos repletos de edificios de Art Noevau.


Letonia comparte con España el tener uno de los porcentajes de paro más altos de la Unión Europea (en torno a un 18%), pero llama la atención ver cómo son los jóvenes los que ocupan la mayoría de los puestos de trabajo, al menos los trabajos cara al público (bares, restaurantes, hoteles, oficinas de turismo, transportes...). Finalmente, puedo deciros que Riga me pareció un destino muy atractivo para disfrutar de la noche, de los pubs y, en el caso de los chicos, para ver a las espectaculares letonas (siento deciros a las chicas que no puedo decir lo mismo de ellos, porque, en general, ni a mi padre ni a mí nos parecieron comparables a ellas...).


La siguiente parada de nuestro viaje, como muchos también sabéis, fue San Petersburgo. Ya en Rusia, no en Europa, con lo que ello supuso; en resumen, otro mundo. Desde que tocamos tierra en su aeropuerto, percibimos ese cambio de mentalidad y hermetismo soviéticos. Carteles solo en ruso, ilegibles si no sabes algo de cirílico. Ese carácter tan suyo de agachar la cabeza y no querer saber nada de nadie. "No información" y "búscate la vida". Fue curioso sentir lo maleducada que, en general y a lo largo de toda Rusia, nos pareció la gente (hubo excepciones, afortunadamente). Si les hablabas en inglés, giraban la cabeza hacia otro lado o te gritaban vete tú a saber qué en Ruso. Personalmente, lo interpreto como que, en realidad, solo es la frustración de saberse que, en el fondo, viven desconectados y aislados del mundo, si bien su mundo es bastante grande... También es cierto que la cosa cambiaba bastante cuando les decías las palabras mágicas "Mi Espansky", o lo que en román paladino significa "Yo soy español, español, español" (cántico incluido, si preferís). Entonces se les cambiaba el dibujo del rostro y alguno que otro comenzaba a cantarte con inquietante avidez la alineación de la España campeona del mundo. Cosa que no estaba mal, sea todo dicho, pero cuando estás a punto de perder un bus o un tren... te tocaban los... ejem.


Os mentiría si no os dijera que pasear por San Petesburgo tiene dos atracciones importantes: por un lado, contemplar la grandiosidad y belleza de sus edificios, iglesias, palacios, museos, todos ellos espectaculares; y por otro, ver absorto esos otros "monumentos" que caminan y pasean por tu lado cuando vas por la calle, también espectaculares. "Vivan las Rusas", pensaba discretamente para mis adentros. Incluso las había que, por parejas y vestidas, generalmente, de mayorettes, asaltaban a los jovenzuelos para que, por unos pocos rublos, se hicieran unas fotos con ellas, una a cada lado y haciendo todo lo que les pidieras... (no exagero, y prefiero no recordar todo lo que mis ojos alcanzaron a ver...).


Cambiando de tema, ¿qué puedo deciros del Hermitage? Pues que para verlo y degustarlo como Dios manda, se necesita al menos un mes. Tampoco quiero centrar esta entrada en aspectos muy culturales, porque todo eso lo podéis consultar con mayor detalle por internet, así que os cuento algo que me pareció curioso de San Petersburgo en particular, y de toda Rusia en general: el gran número de bodas que se celebran a diario. Hasta cierto punto, esto puede ser normal en países donde la mujer adquiere roles más tradicionales. Pero en Rusia no es así. Por cada 4 mujeres, hay un hombre, así que puedo afirmar sin miedo a equivocarme que Rusia es un país de mujeres y que son ellas las que lo están manteniendo. Cuando se celebra una boda, en Rusia tienen la costumbre de hacerse un book, en limusina, vestidos de boda y con todos sus amigos incluidos en el paquete, por los lugares más emblemáticos de la ciudad. Lo gracioso es ver cómo en un mismo lugar puede haber, fácilmente y si exagerar, 3 bodas diferentes, cada una de ellas con su limusina y sus amigotes. Vamos, un caos a lo ruso...


La siguiente parada del viaje fue Moscú... pero os la cuento la semana que viene.

1 comentario:

  1. ¡Muy interesante! Me ha gustado que te centras en tu vivencia personal, que es lo realmente único. Como bien dices, otras cuestiones pueden consultarse en internet.
    Me ha llamado mucho la atención eso de la gran cantidad de bodas. ¿Es posible que hayáis visto todas las bodas del año en un día, porque las tengan concentradas en los pocos días de buen tiempo? Si quieren hacer ronda por los monumentos, ¡necesitarán de un tiempo que acompañe! Pero bueno, son simples conjeturas.
    ¡Seguiré pendiente de esta especie de "diario de a bordo" y de sus impresionantes fotografías! ¡Un abrazo!

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