El próximo supercontinente se formará en el Océano Ártico.
Dentro de 50 a 200 millones de años, todos los actuales continentes de la Tierra se verán empujados a una única masa de tierra alrededor del Polo Norte. Ésta es la conclusión de un esfuerzo por modelar el lento movimiento de los continentes a lo largo de las próximas decenas de millones de años.
El último supercontinente, Pangea, se formó hace 300 millones de años, cuando todas las masas terrestres se agruparon en torno al ecuador, centradas en lo que ahora se conoce como África Occidental. Tras observar la geología de cadenas montañosas de todo el mundo, los geólogos han asumido que el próximo supercontinente se formaría en el mismo lugar que Pangea, cerrando el Océano Atlántico como un acordeón, o en el otro extremo del mundo, en mitad del actual Océano Pacífico.
Amasia © Crédito: Mitchell et al. Nature
Pero Ross Mitchell, geólogo de la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut, y sus colegas tienen una nueva idea. Analizaron el magnetismo de antiguas rocas para calcular su posición en el globo a lo largo del tiempo, y midieron cómo el material bajo la corteza terrestre, el manto, mueve los continentes que flotan sobre su superficie.
Encontraron que en lugar de permanecer cerca del ecuador, el próximo supercontinente – conocido como Amasia – debería formarse a 90 grados de Pangea, sobre el Ártico.
“Primero se fusionarían las Américas, luego migrarían juntas hacia el norte hasta colisionar con Europa y Asia más o menos en el actual Polo Norte”, dice Mitchell. “Australia continuaría el movimiento hacia el norte y se agrupará junto a la India”.
Mitchell y sus colegas creen que esto forma parte de un patrón: Pangea se formó a unos 90 grados del anterior supercontinente, Rodinia, y Rodinia se formó a unos 90 grados de Nuna, que existió hace unos 2000 millones de años.
Llaman a este modelo ortoversión, en oposición a introversión – en la cual los supercontinentes se forman donde estaba Pangea – o extroversión, en la cual se mueven al otro lado del mundo, permaneciendo en el ecuador.
La ortoversión ayuda a aclarar un problema que ha desconcertado a los geólogos. Sabían que habían existido supercontinentes en el pasado, y que estas masas de Tierra tenían diferentes configuraciones, “pero no estábamos muy seguros de si había un método en la locura del paso de uno a otro”, dice Peter Cawood, geólogo de la Universidad de St. Andrews.
La forma en que se mueven los continentes de la Tierra tiene implicaciones para la biología – por ejemplo, afecta a la facilidad con la que las especies pueden circular a lo largo del tiempo. “Comprender la disposición de las masas continentales es fundamental para nuestra comprensión de la historia de la Tierra”, dice Cawood. “La rocas son nuestras ventanas a la historia”.
Artículo de referencia: Nature doi:10.1038/nature.2012.9996
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