La contaminación de Europa es un tema que preocupa cada vez a más gente. La famosa “boina” de Madrid saluda a sus habitantes todas las mañanas, recordándoles el mal estado del aire en la capital. París, Roma o Barcelona tienen las suyas a juego. Son las desventajas de vivir en la gran ciudad. Pero, como casi todas las cosas, tendría una solución sencilla: ir más en bici como hacen los daneses.
Y es que si nos diera por imitarlos en su regularidad con la bicicleta, los resultados serían tremendos: una reducción del 26% de las emisiones de carbono en las ciudades, según afirma un reciente estudio de la Federación Europea de Ciclistas, que nos habla de los hábitos de los habitantes de Dinamarca y como contrastan con los del resto del continente.
Según este estudio, si los ciudadanos europeos fueran en bici tanto como a los daneses en el año 2000 (con un promedio de 2.6 kilometros al día), ayudarían a la UE a cumplir más de una cuarta parte de las reducciones de emisiones específicas para el sector del transporte.
Y ojo, que convertirnos en rubios daneses en bici tendría para nosotros más repercusiones de las que podemos pensar a primera vista.
En este país, cada habitante pedalea una media de 965 Km. al año. La emisión de carbono que realiza una persona pedaleando por pasajero y kilómetro es de 16 gr. ¿Y cuánto es para los vehículos motorizados? Pues 229 gr. en coche y 95 gr. en autobús. Es decir: entre 5 y 14 veces más. El impacto en nuestro aire sería sustancial.
No sólo eso. El fácil mantenimiento de una bici y lo escaso del sitio para aparcar también impactaría en la vida diaria: menos parkings, más espacio para otras instalaciones o parques, menos desperdicios (baterías, llantas más pequeñas, diferentes líquidos). Una infraestructura, en suma, más barata y limpia que la de los coches normales o incluso los eléctricos, que necesitarán una enorme inversión para ser popularizados en el futuro.
Los resultados del estudio de la Federación Europea de Ciclistas han sido explicados por Julian Ferguson, portavoz de esta asociación, que afirma que fueron incluso “conservadores”. Siendo una asociación de ciclistas, les preocupaba que las cifras fueran demasiado asombrosas a su favor, porque entonces no les tomarían en serio.
Así que en estas cifras no están incluidas las infraestructuras (su fabricación), el mantenimiento o el parking para coches. “En las bicis sí que hemos incluido el mantenimiento”. Y aún así, la balanza se inclina a favor del transporte no motorizado.
LA UE tiene entre sus objetivos medioambientales reducir las emisiones de CO2 en un 60% para 2050, buscando llegar a los niveles de 1990. En los últimos 18 años, la contaminación provocada por el transporte han subido un 36%. Parece que fomentar el uso de la bicicleta es el mejor punto donde empezar a cambiar de marcha.
De hecho, la Federación pone como ejemplo positivo a la ciudad de Sevilla, donde la enorme ampliación del carril bici y otras medidas han multiplicado por 10 el uso de este vehículo. De hecho, la ciudad andaluza fue la elegida este 2011 para celebrar la conferencia Velo-City, que organiza dicho organismo para debatir y promover el uso de las bicicletas en entornos urbanos.
“El cambio es posible. Sólo hace falta un poco de voluntad política y una buena dosis de cambio cultural. La gran ventaja de la bicicleta es que ya existe como vehículo: no es sólo un proyecto para intentar reducir las emisiones”, concluye el estudio.
Y a todo esto, como todos sabemos, se le suma otro gran beneficio: el que tiene el ejercicio regular sobre nuestra salud.
Fuente y gráficos: New Study Investigates Potential of Cycling to Reduce Emissions, European Cyclists’ Federation (ECF)
Artículo original publicado en cookingideas.
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