martes, 12 de junio de 2012

La revuelta del día de Santa Escolástica o cómo acabar muy mal una juerga universitaria


El 10 de febrero es una fecha clave en la ciudad universitaria de Oxford (U.K.), el día en que se produjo uno de los hechos más luctuosos de su larga historia, un suceso que comenzó con varios estudiantes divirtiéndose en una taberna y que terminó en una de las mayores tragedias que se recuerdan en el mundo universitario.

Ese día de Santa Escolástica de 1355 (según el santoral de la época), un grupo de estudiantes de Oxford estaban bebiendo en la taberna Swindlestock junto con unos sacerdotes cuando hicieron comentarios irrisorios sobre la calidad de la cerveza. El tabernero, John Barford, que estaba por entonces de alcalde de la ciudad, respondió con “lenguaje terco y soez”, tras lo cual fue golpeado en la cabeza con una jarra de cerveza lanzada por uno de los universitarios.
Ese jarra voladora no fue sino el detonante de una matanza que terminó con 93 muertos.
Así se recuerdan los hechos en varios sitios históricos sobre la ciudad de Oxford: tras el sorpresivo jarrazo y la posterior bronca, el tabernero se fue a la iglesia de la ciudad y tocó las campanas para convocar a los habitantes a las armas. En respuesta, los estudiantes corrieron la iglesia de la universidad y también tocaron las campanas para llamar a los estudiantes a luchar.
En la refriega resultante, los estudiantes obtuvieron la victoria gracias al buen uso que hicieron de los arcos y las flechas, lo que obligó a retirarse a los habitantes de la ciudad. Al día siguiente, el tabernero Barford se fue al campo en busca de más apoyo. Y reunió a 2.000 hombres que con sus instrumentos de labor avanzaron sobre el recinto universitario al grito: «¡Matar a los estudiantes!.
Irrumpieron en los colegios, y aunque los estudiantes se defendieron, asesinaron a un total de 63 universitarios. Los habitantes de la ciudad sufrieron un número de muertes de alrededor de 30 personas, aunque algunos historiadores cifran las bajas locales también en torno al medio centenar.


El rey Eduardo III ordenó una investigación de aquello, que falló a favor de la universidad. El alcalde y los agentes judiciales recibieron la orden de caminar con la cabeza descubierta a través de la ciudad y asistir a una misa por las almas de los muertos en todos los posteriores días de Santa Escolástica y hacer un juramento de conservar los privilegios de la Universidad; y, si eso no fuera suficiente, además pagarían una multa anual de 63 peniques a la universidad por el resto de los días.
¿Y qué hacían los sacerdotes en medio de esta guerra? Pues desde la barra, ponerse del lado de los estudiantes. La de Oxford es la universidad de habla inglesa más antigua del mundo (hay evidencia de actividades de enseñanza desde el año 1096) y estos centros educativos fueron originalmente apoyados por la Iglesia con la esperanza de que existiera una reconciliación entre la filosofía griega y la teología cristiana.
Pero la mezcla de universitarios, sacerdotes y ciudadanos en un bar en los movidos años del siglo XIV no fueron fáciles. Y desde ese día trágico de Santa Escolástica las relaciones entre los estudiantes y los oriundos de Oxford nunca han vuelto a ser buenas; y aún hoy, no hay una mezcla oficial y natural de universitarios en los bares de la ciudad o viceversa. Quizá por lo que pueda pasar.



Fuente: History of Oxford, Los alcaldes de Oxford y Wikipedia

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