viernes, 30 de noviembre de 2012

Los investigadores “Ramón y Cajal”: toda una generación de científicos en peligro


#SinCiencia

"Hemos retirado las preguntas y respuestas que contenía este artículo ya que el investigador que nos las remitió nos ha pedido que esperemos hasta que exista una posición consensuada en la Asociación Nacional de Investigadores Ramón y Cajal."
"Sí os dejamos, mientras tanto, la nota oficial que ha hecho pública la ANIRC exponiendo el problema y la situación a la que se enfrentan en el futuro estos científicos."

Los contratados Ramón y Cajal son investigadores de excelencia atraídos al sistema de ciencia español con notable esfuerzo económico por parte del Estado. Su contrato de cinco años ha costado a las arcas públicas 300.000 euros por cada investigador, que tienen como fin aprovechar su potencial a largo plazo. Sin embargo, es muy posible que en pocos meses se produzca una fuga de talento a terceros países que nada han invertido en el desarrollo de estos científicos ni en los resultados que pueden terminar explotando.
Los contratados Ramón y Cajal acceden a sus plazas en una convocatoria competitiva internacional que permite que la universidad de acogida se beneficie de la financiación del Ministerio de Economía y Competitividad. Esta financiación es del 80% del coste del contrato, a cambio del compromiso explícito y por escrito de ofertar una plaza estable a la que el candidato pueda concurrir transcurrido este tiempo. Por este motivo, ante el índice de reposición 0 establecido por el Real Decreto Ley de Medidas para la Corrección del Déficit Público y de los Presupuestos, en enero de 2012 la Secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación defendió la necesidad de establecer excepciones a tal regla. Cuando hablaba de ello en los medios de comunicación solía referirse al colectivo Ramón y Cajal. Esta preocupación del Ministerio y de la CRUE respecto de la carrera de los investigadores permitió que el reglamento de la ley incluyese una tasa de reposición del 10% aplicable a los investigadores.
Ahora bien, la Asociación Nacional de Investigadores Contratados Ramón y Cajal teme que las universidades usen esta tasa de reposición para sacar plazas para el personal docente e investigador, y no para el meramente investigador para el que fue creada. Las carreras, equipos y líneas de investigación de éstos últimos podrían quedar así interrumpidas en España. Numerosos investigadores Ramón y Cajal han conseguido financiación para proyectos de investigación competitivos y han formado equipos, por lo que la continuidad del empleo creado y de los fondos conseguidos dependen de la estabilidad del investigador principal.
La presencia de este colectivo en la Universidad Española es incluso más importante en estos momentos en los que la inversión nacional y regional en investigación se reduce y sólo aumenta el presupuesto en esta área de la Unión Europea, con el Programa Horizonte 2020, que entrará en vigor el 1 de enero de 2014 con un régimen de convocatorias competitivas. Los investigadores Ramón y Cajal ya han superado convocatorias competitivas de elevada exigencia, para lo que han demostrado una destacada trayectoria de investigación. Por ello constituyen un activo para contribuir positivamente al diseño del lugar que la Universidad española ocupará en el mapa de la investigación en un futuro muy cercano y en unas condiciones muy adversas.
La Asociación Nacional de Investigadores Ramón y Cajal viene notando que la creciente dificultad a la que la Universidad española está siendo sometida, unida al hecho de que los investigadores son un colectivo minoritario en la mayoría de Universidades puede determinar un desenlace fatal para estos investigadores y para el sistema científico español.
Nota de prensa de la Asociación Nacional de Investigadores Ramón y Cajal – 22 noviembre 2012

miércoles, 28 de noviembre de 2012

La madre de todos los prejuicios


La evolución de la visión del mundo de un adolescente es un tema apasionante. En mi caso, atribuyo a la idealización de la figura del médico que tenía mi madre el querer ser médico desde que tenía uso de razón (existen fotografías y restos de libros que demuestran la seriedad de mi compromiso). Entonces, con 14 años ocurrió Cosmos de Carl Sagan, la serie primero y el libro para Reyes después. Y quise ser físico/astrónomo/científico.

Un efecto colateral de Cosmos fue mi descubrimiento de la figura de Einstein. La fascinación, común a muchos, fue inmediata. Leía todo lo que encontraba en bibliotecas sobre él. De entre todo lo que leía había un punto, sin embargo, que solía pasar sin pena ni gloria, como un dato más, que a mi me llamó poderosamente la atención: su admiración por Baruch Spinoza. Dispuesto a explorar por mi mismo el origen de esa admiración, a los 16 compraba mi primera Ética (una no demasiado buena edición de Bachiller, como me hizo notar mi primo Pedro, estudiante por aquel entonces de filosofía en Salamanca). A esta primera copia han seguido otras cuantas.

¿Imagináis ese momento en que la lectura y meditación de sólo un párrafo supone una revolución en tu forma de ver el mundo? ¿Algo que hace que todo encaje de cierta forma? ¿Una idea que hará que digieras la información de determinada manera el resto de tu vida? A mi me ocurrió con 16 años con el Apéndice del libro I de la Ética. Si sólo tuvieses que leer en tu vida unas páginas de filosofía yo te recomendaría ese apéndice que se lee en menos de 10 minutos; lo puedes encontrar aquí en la obra completa (Ver PDF) . Una de las ideas principales de ese apéndice y la revolucionaria, según mi punto de vista, cuando se medita, es esta:
[...]Todos los prejuicios que intento indicar aquí dependen de uno solo, a saber: el hecho de que los hombres supongan, comúnmente, que todas las cosas de la naturaleza actúan, al igual que ellos mismos, por razón de un fin […]
Spinoza, escribiendo este texto en la soledad de su habitación en los primeros años 70 del siglo XVII describe lo que la psicología y la sociología constatan hoy día. De hecho si se lee el Apéndice completo comprobaremos que, salvo la sintaxis y el léxico, estamos ante un texto de una actualidad manifiesta. El ser conscientes de la existencia de este prejuicio de forma activa cambia tu visión del universo. Ahora podía empezar a comprender la admiración de Einstein.
Para una persona con cultura científica pensar que el universo no tiene fin ni propósito alguno es algo que debería darse por descontado; algo que no es así para la inmensa mayoría de los humanos. Y, sin embargo, el prejuicio sigue ahí, acechante, incluso entre los científicos de primer nivel.
Un estudio reciente publicado en el Journal of Experimental Psychology: General por un equipo de investigadores encabezado por Deborah Kelemen, de la Universidad de Boston (EE.UU.), ilustra perfectamente este hecho. Han encontrado que, a pesar de años de formación científica, químicos, geólogos y físicos de universidades de primer nivel mundial (Harvard, MIT, Yale entre otras) también sucumben al prejuicio de pensar que los fenómenos naturales tienen un propósito. Veamos el resultado con un poco más de detalle.

Cuando los científicos tienen tiempo de reflexionar acerca de por qué pasan las cosas, rechazan explícitamente las explicaciones teleológicas, que es como se llama a las explicaciones que se basan en la existencia de un fin o propósito y que son las que permean todas las religiones de una u otra forma. Sin embargo, según el estudio que nos ocupa, cuando se pide a los científicos que piensen muy rápido, aparece una tendencia subyacente a encontrar un propósito en la naturaleza. Estos resultados serían una prueba bastante sólida de que la mente humana tiene una posición por defecto, bien implantada, para favorecer las explicaciones basadas en fines.

Para comprobar la hipótesis de que existe una preferencia natural a las explicaciones teleológicas, los investigadores pidieron a un grupo de científicos de universidades estadounidenses de alto nivel que juzgasen afirmaciones del tipo “Los árboles producen oxígeno para que los animales puedan respirar” o “La Tierra tiene una capa de ozono para protegerla de la radiación ultravioleta” presentadas de tal manera que no tenían prácticamente tiempo para pensar sus respuestas. Otro grupo de científicos, equivalente al anterior, pudo dar sus respuestas sin límites de tiempo. Los investigadores encontraron que, a pesar de tener una gran precisión en los ítems de control (expresiones falsas más allá de la componente teleológica), los científicos bajo presión mostraban una mayor aceptación de explicaciones finalistas sin base científica que sus colegas sin presión de tiempo, que consistentemente las rechazaban.

La misma pauta de mayor orientación al fin se presentó en dos grupos de control, estudiantes (que en psicología viene a ser equivalente a población en general) y graduados de la zona de la misma edad que los científicos, si bien los científicos aceptaban menos las explicaciones teleológicas comparativamente. ¿Sería esto así por la formación científica, o por la capacidad intelectual de éstos últimos?
En un segundo ensayo los investigadores encontraron que, a pesar de los años de formación científica, los químicos, geólogos y físicos no tenían un prejuicio cognitivo menor que profesores de historia o de inglés de las mismas universidades. Esto es, la actividad  intelectual de alto nivel aminora el sesgo teleológico (posiblemente por la capacidad intelectiva asociada), pero no así la formación científica. Un resultado sorprendente. E ilustrativo de la fortaleza de los prejuicios cognitivos.

Parece, por tanto, que nuestras mentes tienen una disposición natural hacia la religión, más que a la ciencia. Y que conseguir comprender las cosas como son en vez de como aparentan ser lleva un esfuerzo asociado que no todo el mundo está dispuesto a hacer. Pero de esto ya se dio cuenta Spinoza hace 335 años de la misma forma que Feynman arreglaba radios. Pensando.

Referencia:
Professional Physical Scientists Display Tenacious Teleological Tendencies: Purpose-Based Reasoning as a Cognitive Default.
 Kelemen, Deborah; Rottman, Joshua; Seston, Rebecca
Journal of Experimental Psychology: General, Oct 15 , 2012 doi: 10.1037/a0030399

miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿Por qué el cielo es oscuro por la noche?


Si el universo contiene infinitas estrellas, ¿por qué el cielo nocturno aparece oscuro y no lleno de luz? La cuestión, conocida como “Paradoja de Olbers”, es abordada en esta pieza por los chicos de Minute Physics, que han empezado a subtitular masivamente sus vídeos mediante esta inicativa . Para ver los subtítulos en español, selecciona el idioma en el botón CC.

jueves, 15 de noviembre de 2012

¿Adelgazar en el cine? Parece que no

Justo antes del último Halloween nos sorprendió la noticia, aparecida en distintos medios (1,2,3), de que ver cine de terror podía ayudarnos a adelgazar. ¡Qué gran noticia! Aunque antes de hacer acopio de palomitas y arrebujarte calentito en el sofá, te recomiendo no dejar muy lejos las zapatillas de correr, no vayan a habérnosla colado de nuevo con un llamativo titular.
El estudio parece que fue encargado por LoveFilm a un equipo de la Universidad de Westminster  y todas las fuentes apuntan a que el primero en publicarlo fue The Telegraph. Me ha sido imposible encontrar el estudio en sí como publicación científica, por lo que es probable que se trate de un estudio “informal”, sin ánimo de ser riguroso como para pasar una revisión por pares. Pero lo suficientemente llamativo como para acaparar la atención mediática.



Fotograma de El Resplandor (1980), el thriller que más calorías te hará gastar según el estudio
Los únicos datos que han transcendido son que el experimento consistió en hacer visionar diez películas de terror a diez individuos mientras monitorizaban su pulso, el oxígeno inhalado y el dióxido de carbono exhalado. Con estos datos se puede calcular de forma bastante precisa el consumo energético en cada momento y, sumando el consumo durante el tiempo que dura cada película, determinar cuáles representan un mayor consumo.
En la notica se ha vendido la idea, lógica, de que los estados de tensión, la adrenalina, etc. provocados por una buena peli de terror aumentan el consumo energético. Ordenando por tanto las películas del experimento de mayor a menor consumo deberíamos obtener una clasificación del “nivel de terror” que provocan en el espectador.
Pues no. Teniendo un mínimo de sentido crítico se encuentra el “fallo” a esta forma de presentar los resultados del estudio: ¿dónde se cuenta con el metabolismo basal? El hecho de vivir, sin el más mínimo sobresalto ni esfuerzo implica un consumo constante de energía (por eso necesitamos comer, entre otras cosas…).
Así que sería de esperar que películas más largas impliquen mayor consumo de energía, pero no por ser más terroríficas, sino simplemente ¡porque estás vivo durante más tiempo! Así que busqué la duración del top-ten de las películas adelgazantes y representé cada una como un punto en el plano. Esto obtuve:


Efectivamente, la mayoría caen en una línea recta de manera casi exacta. Ajustando por mínimos cuadráticos, se obtiene la ecuación de esa relación:
Consumo (Kcal) = 0.296 + 1.293 * Duración(mins)
¿Es ese 1,293 kcal por minuto mucho más del consumo basal? Ya que no conocemos las edades ni pesos de los sujetos del experimento, podemos estimar el valor de dicho metabolismo para valores inventados pero más o menos realistas. Los primeros números que me ocurren son: peso=80kg, altura=175cm y edad=25 años. Usando una de las fórmulas experimentales que existen obtenemos un consumo de 1858,4 kcal/día, que convertido a minutos nos da 1,2905 kcal/minuto…. vaya qué cerca del 1,293 del ajuste lineal, ¿no?
Conclusión: que esa mayoría de pelis que caen en una línea recta no parecen hacernos gastar apenas más calorías de las que de todas maneras nuestro cuerpo necesita para respirar. Las únicas excepciones son “El proyecto de la bruja de Blair” por muy poquito y, este sí merece mención aparte, la excepcional “El resplandor” de Kubrick.
Esta película sí que demuestra estar fuera de lo normal, aunque tras dos horas de tener el corazón en un puño, habrás conseguido quemar unas 30kcal más que estando tranquilamente sentado… una diferencia equivalente a caminar tan sólo cinco minutos.
Actualización: Tras hacer la gráfica descubrí que existen versiones de “El resplandor” de ~145 minutos de duración. Si fue una de estas la que se usó en el experimento, como muy bien podría ser, la conclusión alternativa sería que ni Kubrick es capaz de librarnos de salir a correr de vez en cuando, y el estudio sería 100% humo.

martes, 6 de noviembre de 2012

Isaac Newton, el último mago

Sir Isaac Newton (1642 – 1727)
  "Desde el siglo XVIII. Newton a sido considerado el primero y más grande de los científicos de la era moderna, un racionalista, alguien que nos enseño a pensar de acuerdo con los dictados de la razón fría y carente de emoción. Yo ya no puedo verlo bajo esa luz. Y no creo que pueda hacerlo nadie que haya estudiado con detenimiento los documentos contenidos en esa caja que guardo al partir de Cambridge en 1696 y que, pese haber sido en parte dispersados, han llegado hasta nosotros. Newton no fue el primer hombre de la Edad de la Razón, fue el último de los magos, el ultimo de los babilonios y de los sumerios, la ultima gran mente que contemplo el mundo visible e intelectual con los mismos ojos que lo hicieron quienes empezaron a construir nuestra herencia cultural hace casi diez mil años."
John Maynard Keynes, Lord Keynes, en una conferencia a la Royal Society de Londres, 1942.

¿Qué hizo que Lord Keynes hiciera esta pública y radical afirmación?
A mediados de julio de 1936, la casa Sotheby’s (Londres) puso en publica subasta el contenido de un baúl metálico lleno de manuscritos de Isaac Newton. La mitad de los lotes, sobre todo los que tratan de alquimia, fueron adquiridos por el economista John Maynard Keynes, coleccionista de textos científicos antiguos.
Cual no sería la sorpresa de Keynes al descubrir, en aquel baúl, la naturaleza de los textos alquímicos de Newton. Esos textos, redactados a lo largo de su vida, compilan y estudian los escritos de siglos anteriores; mediante un vocabulario abstruso y esotérico, describen unas operaciones más próximas a la magia que a la química.
Descubrimos a un Newton que pasó años involucrado con el oscuro mundo de la alquimia, entregado a la búsqueda ocultista de la piedra filosofal, y que estudio la cronología de la Biblia convencido de que ésta le permitiría predecir el apocalipsis que estaba por venir. Un estudioso cuasi-místico, fascinado por los rosacruces, la astrología y la numerología, que creía que Moisés conocía la teoría heliocéntrica de Copérnico y su propia teoría de la gravedad. Una generación después de la aparición de su libro Principia Matemática, Newton aún se esforzaba por descubrir la forma exacta del Templo de Salomón, al que consideraba “la mejor guía para conocer la topografía de los cielos”.
Luces y sombras de uno de los más importantes científicos de todos los tiempos.


Templo de Salomón dibujado por Newton.

Fuentes: Investigación y Ciencia Temas Nº 50 Newton. Ideas. Historia intelectual de la humanidad. Peter Watson. Crítica, 2007.

Más sobre Newton: Isaac Newton y la manzana