martes, 31 de agosto de 2010

Aquellos científicos locos con sus locas ecuaciones

Ser científico debe ser tan apasionante como aburrido, a juzgar por las «creaciones locas» que de vez en cuando aparecen en los periódicos y revistas. Matemáticos y físicos publican trabajos tan divertidos como aparentemente poco prácticos: a veces resuelven cuestiones de chiste, otras veces dilemas que han permanecido en la consciencia colectiva durante siglos. Muchas veces son trabajos de cara a la galería, pero otras son trabajos rigurosamente comprobados… Bueno, si somos flexibles con la palabra «rigor».

La lista que va a continuación no es para nada exhaustiva; son algunos de mis favoritos, los que más me llamaron la atención en su día. En general suelen ser trabajos que se publican en revistas científicas (si consiguen pasar el filtro) o en lugares de publicación alternativos que permiten una mayor amplitud de miras. Otros son lanzados en forma de artículos a Internet y desde ahí alcanzan un círculo virtuoso en el que se reproducen indefinidamente.

Estás son algunas de esas Grandes Cuestiones que ya tienen una «respuesta científica»:

  • ¿Cuánto medía el columpio de Heidi? ¿Y el campo de fútbol de Campeones? En las series de dibujos animados los efectos dramáticos alteran los tamaños de las cosas, pero, ¿hasta qué punto? Lo primero lo calcularon en el foro de la web de física y el resultado es que Heidi se columpiaba en un artilugio de unos 20 metros de altura, a juzgar por el periodo de oscilación que se ve en la apertura de cada capítulo. Oliver y Benji también corrían lo suyo: 18 kilómetros tenía de largo el campo, si se tiene en cuenta lo que tardaba la portería en aparecer por el horizonte y la curvatura de la Tierra. Este es un buen ejemplo de cálculo que algún matemático-físico puso en circulación hace años y todavía circula por la red: un meme con más de una década.
  • Si estás esperando el autobús y no llega, ¿es mejor seguir esperando o echar a andar hacia tu destino? Seguramente a la pareja de matemáticos que investigaron esto se les ocurrió la solución mientras discutían sobre el tema esperando el autubús. El caso es que hay muchos factores a tener en cuenta: la distancia a recorrer, la frecuencia de los autobuses, las diferencias reales de velocidad entre el tráfico rodado y andar… Pero nada que no puedan resolver unas cuantas ecuaciones. El resultado fue un trabajo titulado Caminar vs. Esperar: los vagos ganan donde concluyeron que la mejor estrategia matemática es esperar, salvo contadísimas excepciones. De hecho suele ser mejor incluso salir andando según llegas a la parada si el autobús no está ya allí.
  • ¿Podría un tigre siberiano de 160 kilos saltarse la valla de un zoo? No es que sea algo que uno piensa todos los días, pero a quién no le ha asaltado la duda al ver a esos bichos en el zoológico. Esto se estudió a raíz de un incidente en el Zoo de San Francisco; dos físicos realizaron una reconstrucción del escenario, incluyendo un «tigre siberiano simplificado a modo de proyectil bidimensional» para concluir que sí que era posible que la fiera saltara la valla. (En el incidente, así sucedió de hecho). Así que la próxima vez que los veas, y no tengas muy claro si la altura de la valla o el foso es suficiente, recuerda: las matemáticas podrían despejarte la duda.
  • ¿Si llueve y no llevas paraguas, cómo te mojas menos: andando o corriendo? Cada una de las dos opciones tiene su aquel: si caminas a velocidad normal pasas más tiempo bajo el agua; si corres da la impresión de que te impactarán más gotas. El asunto se complica si hay que tener en cuenta la dirección e intensidad de la lluvia. Al respecto se ha publicado de todo: desde quien cree que es mejor correr que andar y da una prueba geométrico-matemática a quien a la inversa considera que es mejor andar (despacio) que correr (rápido). La comprobación empírica la hicieron Los cazadores de mitos, y aunque por los pelos –pero decididamente poca precisión científica— ganó la opción «andar». Otros expertos también han considerado que el problema es difícil de resolver, así que la respuesta es que no hay una conclusión definitiva. Mejor irse cantando alegremente.
  • ¿Cuántos coches caben aparcados en línea en una calle? Aunque unos aparquen más cerca y otros más lejos, dejando huecos irregulares con el tiempo, la respuesta correcta es 0,74759 coches por cada «coche teórico», es decir que la densidad de coches suele ser del 75% sobre el máximo posible si todos estuvieran en contacto. El matemático que lo investigó lo llamó la constante de Rényi. Siguiendo con el tema automovilístico, otro matemático encontró la fórmula para el aparcamiento perfecto en línea, en la que influyen cuatro factores: el radio de giro, la distancia entre ruedas, el tamaño del coche y el ancho del coche junto al que aparcas.
  • ¿Cuál es el mejor momento para comprar un billete de avión? Las tarifas de avión son tan impredecibles como incomprensibles, y el hecho de que podamos acceder a ellas a través de Internet no hace sino volvernos más locos todavía: los precios cambian de un día para otro, incluso a veces en cuestión de horas o minutos. El dilema es si comprar un billete que parece barato ahora o esperar otra semana a ver si los precios bajan: puede que las plazas se agoten antes. Pues bien, según un economista japonés que ha investigado la cuestión hay una complicada fórmula que resuelve el problema: el mejor momento para comprar los billetes es ocho semanas antes de la fecha de salida. Como truco adicional, dice que suele ser más barato comprarlos por las tardes, porque las compañías publican precios más caros por las mañanas dado que es cuando suelen reservarse los billetes para viajes de negocios.
  • ¿Cuál es la ecuación de un botijo? No podía faltar una recopilación de ecuaciones de científicos locos sin la referencia obligada a este «producto nacional», que sólo sería comparable a un análisis con la fórmula de la productividad de la fregona o la redondez del chupa-chups. La ecuación del botijo es una joya de la física divertida, de los detalles inesperados y toda una lección de termodinámica, de paso. Las fórmulas en cuestión datan de mediados de los años 90, cuando unos profesores de de la Escuela Técnica de Industriales de la Politécnica de Madrid se propusieron explicar con tanto detalle y precisión como fuera posible cómo funciona un botijo. Y dicho y hecho: su trabajo saltó de las aulas a los periódicos y noticieros nacionales e internacionales. Que no se diga que no exportamos ciencia.

lunes, 30 de agosto de 2010

Para los que no saben qué series empezar....

Listado de nominaciones para los Emmy 2010 (en negrita el vencedor):

Mejor drama
  • Dexter
  • Breaking Bad
  • True Blood
  • Lost
  • Mad Men
  • The Good Wife

Mejor comedia

  • Modern Family
  • Glee
  • 30 Rock
  • The Office
  • Nurse Jackie
  • Curb Your Enthusiasm

Mejor actriz de drama

  • Julianna Margulies, The Good Wife
  • Connie Britton, Friday Night Lights
  • Mariska Hargitay, Law & Order: SVU
  • Kyra Sedgwick, The Closer
  • Glenn Close, Damages
  • January Jones, Mad Men

Mejor actor de drama

  • Bryan Cranston, Breaking Bad
  • Michael C. Hall, Dexter
  • Kyle Chandler, Friday Night Lights
  • Hugh Laurie, House
  • Matthew Fox, Lost
  • Jon Hamm, Mad Men

Mejor actriz de comedia

  • Lea Michele, Glee
  • Tina Fey, 30 Rock
  • Amy Poehler, Parks And Recreation
  • Edie Falco, Nurse Jackie
  • Toni Collette, United States of Tara
  • Julia Louis-Dreyfus, The New Adventures of Old Christine

Mejor actor de comedia

  • Larry David, Curb Your Enthusiasm
  • Alec Baldwin, 30 Rock
  • Matthew Morrison, Glee
  • Steve Carrell, The Office
  • Jim Parsons, The Big Bang Theory
  • Tony Shalhoub, Monk

Mejor secundaria de drama

  • Sharon Gless, Burn Notice
  • Elisabeth Moss, Mad Men
  • Christina Hendricks, Mad Men
  • Rose Byrne, Damages
  • Archie Panjabi, The Good Wife
  • Christine Baranski, The Good Wife

Mejor secundario de drama

  • John Slattery, Mad Men
  • Aaron Paul, Breaking Bad
  • Martin Short, Damages
  • Terry O'Quinn, Lost
  • Michael Emerson, Lost
  • Andre Braugher, Men Of A Certain Age

Mejor secundaria de comedia

  • Jane Lynch, Glee
  • Kristen Wiig, Saturday Night Live
  • Jane Krakowski, 30 Rock
  • Julie Bowen, Modern Family
  • Sofia Vergara, Modern Family
  • Holland Taylor, Two and a Half Men

Mejor secundario de comedia

  • Jon Cryer, Two and a Half Men
  • Neil Patrick Harris, How I Met Your Mother
  • Chris Colfer, Glee
  • Jesse Tyler Ferguson, Modern Family
  • Eric Stonestreet, Modern Family
  • Ty Burrell, Modern Family

Mejor dirección (comedia)

  • Ryan Murphy , (Pilot-Director's Cut)
  • Paris Barclay, Glee (Wheels)
  • Jason Winer, Modern Family (Pilot)
  • Allen Coulter, Nurse Jackie (Pilot)
  • Don Scardino, 30 Rock (I Do Do)

Mejor dirección (drama)

  • Michelle MacLaren, (One Minute)
  • Steve Shill, (The Getaway)
  • Jack Bender, (The End)
  • Lesli Linka Glatter, Mad Men (Guy Walks Into An Advertising Agency)
  • Agnieszka Holland, Treme (Pilot)

Mejor guión de comedia

  • Glee (Pilot)
  • Modern Family (Pilot)
  • The Office (Niagara)
  • 30 Rock (Anna Howard Shaw Day)
  • 30 Rock (Lee Marvin vs Derek Jeter)

Mejor guión de drama

  • Friday Night Lights (The Son)
  • The Good Wife (Pilot)
  • Lost (The End)
  • Mad Men (Guy Walks Into An Advertising Agency)
  • Mad Men (Shut The Door. Have A Seat.)
PD. Para Shak...

jueves, 26 de agosto de 2010

Arqueología + Astronomia = Arqueoastronomía

Wikipedia define la arqueoastronomía como el estudio de los yacimientos arqueológicos relacionados con el estudio de la astronomía por culturas antiguas. También estudia el grado de conocimientos astronómicos poseído y los instrumentos utilizados por los diferentes pueblos antiguos. Uno de los aspectos de esta disciplina es el estudio del registro histórico de conocimientos astronómicos anterior al desarrollo de la moderna astronomía.

Estudios realizados:


1. Stonehenge.
2. Reloj de Sol Machu Picchu

Un ejemplo de este tipo de estudios se encuentran en el extenso registro producido por la antigua astronomía china en busca de referencias a «estrellas invitadas», objetos o estrellas observados por los antiguos astrónomos chinos y registrados como objetos pasajeros. Algunos de ellos eran cometas mientras que otros constituyen supernovas cercanas cuya aparición en tiempos históricos permite estudiar en detalle la evolución temporal de estos fenómenos.

Otro tipo de estudios de carácter más cultural estudia los alineamientos de construcciones y monumentos antiguos de acuerdo con las posiciones del Sol y la Luna. Existen numerosas afirmaciones sobre la naturaleza del monumento megalítico de Stonehenge como representante de un «antiguo observatorio». Éste y muchos otros monumentos antiguos poseen alineamientos que parecen significativos en los puntos del solsticio y equinoccio.

En los años sesenta, Alexander Thom realizó un exhaustivo catálogo de monumentos megalíticos en Gran Bretaña. Como resultado de sus investigaciones sugirió que dichos monumentos constituían una indicación para la elaboración de un antiguo calendario.

Escuelas

Para deducir el conocimiento astronómico que tenían nuestros ancestros, los actuales arqueoastrónomos parten de dos escuelas arqueoastronómicas muy diferentes:

1. Una escuela, que se podría llamar «arqueoastronomía orientacionista», considera como único objetivo a estudiar por esta disciplina, las orientaciones en días determinados del año: en los solsticios o en los equinoccios, con el sol, o con la luna, o con las constelaciones, o con los planetas de los edificios arcaicos, o de los pasillos, o de las puertas de las construcciones sagradas.
2. Mientras que la escuela de la «arqueoastronomía global», considera como objetivo de esta ciencia, tanto el estudio de las obras de arte prehistóricas (esculturas, pinturas, grabados, geoglifos, tumbas, edificios y otras manifestaciones artísticas...), como el estudio de los mitos, así como los nombres de constelaciones y los rituales celebrados por diversos pueblos históricos heredados de la más remota antigüedad, en los que nuestros ancestros han dejado la huella de sus conocimientos astronómicos.

Se basa en el hecho de que desde inicios de la cultura humana, los humanos hicieron observaciones meticulosas de fenómenos (clima) a la par que observaciones muy precisas y sistemáticas de los ocasos y ortos, vespertinos y matutinos de las constelaciones (movimiento cíclico de los astros a lo largo del año). Con esos dos grupos de observaciones definieron una relación. Y en esta relación «científica» mostraron la regularidad de los fenómenos cíclicos asociados a precisas situaciones de constelaciones a lo largo del año, que también eran cíclicos.

O sea que nuestros ancestros descubrieron una regularidad de los fenómenos en coincidencia con la regularidad en los movimientos de los astros: estrellas reunidos en constelaciones que aparecían en el cielo mirando al norte, tras el ocaso del sol, o en los «grupos estelares» que aparecían antes del amanecer / antes de la salida del astro sol, sin fijarse apenas en la posición de los grandes astros: el sol, la luna, o los planetas. Y con esos dos grupos de observaciones definieron una relación «científica», unas reglas de las que podían sacar inferencias inductivas del clima esperado con cierto grado de probabilidad con determinadas constelaciones vespertinas o matutinas en determinados días del año (los 22 días de fiestas).

Gracias a esta observación astronómica conocían el «tiempo atmosférico asociado a constelaciones». De forma que con ello «adivinaban» cuándo, por ejemplo, era el tiempo más adecuado para sembrar para que germinara las semillas, porque en tal momento sabían que iba a llover; o «adivinaban» cuándo era el momento mejor para la recolección de los frutos porque sabían cuándo iba o no a hacer calor que haría o no madurar los frutos; o «adivinaban» si era el momento para viajar, porque sabían que iba o no a haber tormentas o tempestades, etc.

Y este conocimiento lo codificaron en un lenguaje metafórico y con una explicación religiosa. Por eso a la vez celebraban determinados rituales durante los 22 días de fiestas del año, para convencer a la Madre Naturaleza que cumpliera con su responsabilidad y enviase el fenómeno esperado en ese momento del año. O sea que el fundamento de sus mitos, rituales,... era de alguna manera «científico», pero tenían la finalidad de pedir a la Divinidad que asegurara de manera «mágica» el alimento y la supervivencia, de acuerdo con el período del año (clima) en los que se encontraban (no pedían que los defendiera de la helada en verano, sino cuando el calendario lo indicaba).

Para más info:

Aveni, Anthony F. (2005). Observadores del cielo en el México antiguo, 2.ª edición. México: Fondo de Cultura Económica. ISBN 968-16-2702-4.

Couper, Heather; Nigel Henbest (2008). Historia de la astronomía, Paidós. ISBN 978-84-493-2137-5.

lunes, 23 de agosto de 2010

¿Qué pasará con Saramago?

“… si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos. Los buenos y los malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo, para congratularnos o para pedir perdón. Hay quien dice que eso es la inmortalidad de la que tanto se habla. Lo será, pero este hombre está muerto y hay que enterrarlo…”.

José Saramago

jueves, 19 de agosto de 2010

Lesbianismo vs. Misoginia

A colación de una conversación que mantuve ayer, creo que os lo debo reconocer cuanto antes: soy un misógino moderado (es decir, un misógino que tiene que aceptar a la mujer dadas las circunstancias actuales). No me avergüenzo de confesarlo pues Erasmo de Rotterdam, Kant, Pitágoras, Demócrito, San Jerónimo, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Voltaire, Lovecraft, Rousseau, Schopenhauer, George Brummel, Nietzsche, Wagner, o Sade, entre muchos otros ilustres, lo fueron abiertamente. Nietzsche dijo de ellas: “¿Vas a ver a las mujeres? No olvides el látigo”; Sade: “Las mujeres son como las serpientes, hay que prescindir de la cabeza para aprovechar su cuerpo”; sin olvidar a los donantes de consejos saludables, como George Brummel: “Para tener éxito con ellas debe tratarse a las sirvientas como duquesas y a las duquesas como sirvientas”.

Erasmo de Rotterdam, el teólogo y filósofo holandés, por ejemplo decía "la mujer es, reconozcámoslo, un animal inepto y estúpido aunque agradable y gracioso". Tal vez sólo conocieron a bobas y ménades, eran otros tiempos, por lo que asumo y soy consciente de que la vulgaridad no tiene porqué tener un sexo. De esta forma, a través de los siglos, las mujeres han estado expuestas a muchas debilidades por el relegamiento al que fueron forzadas. Aún así, siempre hallaron resquicios de libertad, inclusive entrando en conventos, para alejarse a su vez de los matrimonios obligados y de las hipocresías de sus entornos.

El problema reside en que, entre el no exento de culpa género masculino, se valora mucho la gracia femenina. Ésta consiste en que las mujeres sonrían siempre y sean generalmente dóciles. Signo de inteligencia aceptada por los hombres es que debatan con el varón si al final ceden, y sobretodo que sean atractivas. Atractivas conforme a las reglas de nuestra sociedad, que corresponde a hacer mohines encantadores, mostrar fotos con escotes pronunciados, cruzar las piernas provocativamente, y, sobre todo, sonreír, siempre sonreír. Encuentro a estas mujeres detestables. Que salgan a la calle semidesnudas no es lo que más detesto, porque al fin y al cabo estamos en el siglo XXI, sino la actitud que acompaña a ese ego vulgar.

Las feministas de las nuevas generaciones son mujeres por lo general interesantes cuando abandonan sus discursos de género. Sin embargo, existe una fuerza desconocida en mí que me lleva a sentir un tremendo fastidio cuando me presentan a una mujer inteligente pero coqueta; me hacen ser maleducado. Me envuelvo de intransigencia, abandono a la atractiva muchacha, y prefiero irme a caminar solo por la ciudad entregándome a mis elucubraciones. Es más, es lo que siempre prefiero cuando estoy rodeado por mujeres que se creen irresistibles. Vuelvo a casa en paz.

Menos mal, y mis amigas lo saben, que existen numerosas excepciones… Lo que pasa es que últimamente –entre las chicas de mi edad– no me encuentro más que a bobas y ménades. Y tampoco descarto la misantropía. He dicho.

martes, 17 de agosto de 2010

ARTHUR JERMYN (de H. P. Lovecraft)

I

La vida es algo espantoso; y desde el trasfondo de lo que conocemos de ella asoman indicios demoníacos que la vuelven a veces infinitamente más espantosa. La ciencia, ya opresiva en sus tremendas revelaciones, será quizá la que aniquile definitivamente nuestra especie humana -si es que somos una especie aparte-; porque su reserva de insospechados horrores jamás podrá ser abarcada por los cerebros mortales, en caso de desatarse en el mundo. Si supiéramos qué somos, haríamos lo que hizo Arthur Jermyn, que empapó sus ropas de petróleo y se prendió fuego una noche. Nadie guardó sus restos carbonizados en una urna, ni le dedicó un monumento funerario, ya que aparecieron ciertos documentos, y cierto objeto dentro de una caja, que han hecho que los hombres prefieran olvidar. Algunos de los que lo conocían niegan incluso que haya existido jamás.

Arthur Jermyn salió al páramo y se prendió fuego después de ver el objeto de la caja, llegado de África. Fue este objeto, y no su raro aspecto personal, lo que lo impulsó a quitarse la vida. Son muchos los que no habrían soportado la existencia, de haber tenido los extraños rasgos de Arthur Jermyn; pero él era poeta y hombre de ciencia, y nunca le importó su aspecto físico. Llevaba el saber en la sangre; su bisabuelo, el barón Robert Jermyn, había sido un antropólogo de renombre; y su tatarabuelo, Wade Jermyn, uno de los primeros exploradores de la región del Congo, y autor de diversos estudios eruditos sobre sus tribus animales, y supuestas ruinas. Efectivamente, Wade estuvo dotado de un celo intelectual casi rayano en la manía; su extravagante teoría sobre una civilización congoleña blanca le granjeó sarcásticos ataques, cuando apareció su libro, Reflexiones sobre las diversas partes de África. En 1765, este intrépido explorador fue internado en un manicomio de Huntingdon.

Todos los Jermyn poseían un rasgo de locura, y la gente se alegraba de que no fueran muchos. La estirpe carecía de ramas, y Arthur fue el último vástago. De no haber sido así, no se sabe qué habría podido ocurrir cuando llegó el objeto aquel. Los Jermyn jamás tuvieron un aspecto completamente normal; había algo raro en ellos, aunque el caso de Arthur fue el peor, y los viejos retratos de familia de la Casa Jermyn anteriores a Wade mostraban rostros bastante bellos. Desde luego, la locura empezó con Wade, cuyas extravagantes historias sobre África hacían a la vez las delicias y el terror de sus nuevos amigos. Quedó reflejada en su colección de trofeos y ejemplares, muy distintos de los que un hombre normal coleccionaría y conservaría, y se manifestó de manera sorprendente en la reclusión oriental en que tuvo a su esposa. Era, decía él, hija de un comerciante portugués al que había conocido en África, y no compartía las costumbres inglesas. Se la había traído, junto con un hijo pequeño nacido en África, al volver del segundo y más largo de sus viajes; luego, ella lo acompañó en el tercero y último, del que no regresó. Nadie la había visto de cerca, ni siquiera los criados, debido a su carácter extraño y violento. Durante la breve estancia de esta mujer en la mansión de los Jermyn, ocupó un ala remota y fue atendida tan sólo por su marido. Wade fue, efectivamente, muy singular en sus atenciones para con la familia; pues cuando regresó de África, no consintió que nadie atendiese a su hijo, salvo una repugnante negra de Guinea. A su regreso, después de la muerte de lady Jermyn, asumió él enteramente los cuidados del niño.

Pero fueron las palabras de Wade, sobre todo cuando se encontraba bebido, las que hicieron suponer a sus amigos que estaba loco. En una época de la razón como el siglo XVIII, era una temeridad que un hombre de ciencia hablara de visiones insensatas y paisajes extraños bajo la luna del Congo; de gigantescas murallas y pilares de una ciudad olvidada, en ruinas e invadida por la vegetación, y de húmedas y secretas escalinatas que descendían interminablemente a la oscuridad de criptas abismales y catacumbas inconcebibles. Especialmente, era una temeridad hablar de forma delirante de los seres que poblaban tales lugares: criaturas mitad de la jungla, mitad de esa ciudad antigua e impía… seres que el propio Plinio habría descrito con escepticismo, y que pudieron surgir después de que los grandes monos invadiesen la moribunda ciudad de las murallas y los pilares, de las criptas y las misteriosas esculturas. Sin embargo, después de su último viaje, Wade hablaba de esas cosas con estremecido y misterioso entusiasmo, casi siempre después de su tercer vaso en el Knight’s Head, alardeando de lo que había descubierto en la selva y de que había vivido entre ciertas ruinas terribles que él sólo conocía. Y al final hablaba en tales términos de los seres que allí vivían, que lo internaron en el manicomio. No manifestó gran pesar cuando lo encerraron en la celda enrejada de Huntingdon, ya que su mente funcionaba de forma extraña. A partir de! momento en que su hijo empezó a salir de la infancia, le fue gustando cada vez menos el hogar, hasta que últimamente parecía amedrentarlo. El Knight’s Head llegó a convertirse en su domicilio habitual; y cuando lo encerraron, manifestó una vaga gratitud, como si para él representase una protección. Tres años después, murió.

Philip, el hijo de Wade Jermyn, fue una persona extraordinariamente rara. A pesar del gran parecido físico que tenía con su padre, su aspecto y comportamiento eran en muchos detalles tan toscos que todos acabaron por rehuirle. Aunque no heredó la locura como algunos temían, era bastante torpe y propenso a periódicos accesos de violencia. De estatura pequeña, poseía, sin embargo, una fuerza y una agilidad increíbles. A los doce años de recibir su título se casó con la hija de su guardabosque, persona que, según se decía, era de origen gitano; pero antes de nacer su hijo, se alistó en la marina de guerra como simple marinero, lo que colmó la repugnancia general que sus costumbres y su unión habían despertado. Al terminar la guerra de América, se corrió el rumor de que iba de marinero en un barco mercante que se dedicaba al comercio en África, habiendo ganado buena reputación con sus proezas de fuerza y soltura para trepar, pero finalmente desapareció una noche, cuando su barco se encontraba fondeado frente a la costa del Congo.

Con el hijo de Philip Jermyn, la ya reconocida peculiaridad familiar adoptó un sesgo extraño y fatal. Alto y bastante agraciado, con una especie de misteriosa gracia oriental pese a sus proporciones físicas un tanto singulares, Robert Jermyn inició una vida de erudito e investigador. Fue el primero en estudiar científicamente la inmensa colección de reliquias que su abuelo demente había traído de África, haciendo célebre el apellido en el campo de la etnología y la exploración. En 1815, Robert se casó con la hija del séptimo vizconde de Brightholme, con cuyo matrimonio recibió la bendición de tres hijos, el mayor y el menor de los cuales jamás fueron vistos públicamente a causa de sus deformidades físicas y psíquicas. Abrumado por estas desventuras, el científico se refugió en su trabajo, e hizo dos largas expediciones al interior de África. En 1849, su segundo hijo, Nevil, persona especialmente repugnante que parecía combinar el mal genio de Philip Jermyn y la hauteur de los Brightholme, se fugó con una vulgar bailarina, aunque fue perdonado a su regreso, un año después. Volvió a la mansión Jermyn, viudo, con un niño, Alfred, que sería con el tiempo padre de Arthur Jermyn.

Decían sus amigos que fue esta serie de desgracias lo que trastornó el juicio de Robert Jermyn; aunque probablemente la culpa estaba tan sólo en ciertas tradiciones africanas. El maduro científico había estado recopilando leyendas de las tribus onga, próximas al territorio explorado por su abuelo y por él mismo, con la esperanza de explicar de alguna forma las extravagantes historias de Wade sobre una ciudad perdida, habitada por extrañas criaturas. Cierta coherencia en los singulares escritos de su antepasado sugería que la imaginación del loco pudo haber sido estimulada por los mitos nativos. El 19 de octubre de 1852, el explorador Samuel Seaton visitó la mansión de los Jermyn llevando consigo un manuscrito y notas recogidas entre los onga, convencido de que podían ser de utilidad al etnólogo ciertas leyendas acerca de una ciudad gris de monos blancos gobernada por un dios blanco. Durante su conversación, debió de proporcionarle sin duda muchos detalles adicionales, cuya naturaleza jamás llegará a conocerse, dada la espantosa serie de tragedias que sobrevinieron de repente. Cuando Robert Jermyn salió de su biblioteca, dejó tras de sí el cuerpo estrangulado del explorador; y antes de que consiguieran detenerlo, había puesto fin a la vida de sus tres hijos: los dos que no habían sido vistos jamás, y el que se había fugado. Nevil Jermyn murió defendiendo a su hijo de dos años, cosa que consiguió, y cuyo asesinato entraba también, al parecer, en las locas maquinaciones del anciano. El propio Robert, tras repetidos intentos de suicidarse, y una obstinada negativa a pronunciar un solo sonido articulado, murió de un ataque de apoplejía al segundo año de su reclusión.

Alfred Jermyn fue barón antes de cumplir los cuatro años, pero sus gustos jamás estuvieron a la altura de su título. A los veinte, se había unido a una banda de músicos, y a los treinta y seis había abandonado a su mujer y a su hijo para enrolarse en un circo ambulante americano. Su final fue repugnante de veras. Entre los animales del espectáculo con el que viajaba, había un enorme gorila macho de color algo más claro de lo normal; era un animal sorprendentemente tratable y de gran popularidad entre los artistas de la compañía. Alfred Jermyn se sentía fascinado por este gorila, y en muchas ocasiones los dos se quedaban mirándose a los ojos largamente, a través de los barrotes. Finalmente, Jermyn consiguió que le permitiesen adiestrar al animal asombrando a los espectadores y a sus compañeros con sus éxitos. Una mañana, en Chicago, cuando el gorila y Alfred Jermyn ensayaban un combate de boxeo muy ingenioso, el primero propinó al segundo un golpe más fuerte de lo habitual, lastimándole el cuerpo y la dignidad del domador aficionado. Los componentes de «El Mayor Espectáculo del Mundo» prefieren no hablar de lo que siguió. No se esperaban el grito escalofriante e inhumano que profirió Alfred, ni verlo agarrar a su torpe antagonista con ambas manos, arrojarlo con fuerza contra el suelo de la jaula, y morderlo furiosamente en la garganta peluda. Había cogido al gorila desprevenido; pero éste no tardó en reaccionar; y antes de que el domador oficial pudiese hacer nada, el cuerpo que había pertenecido a un barón había quedado irreconocible.


II

Arthur Jermyn era hijo de Alfred Jerrnyn y de una cantante de music-halI de origen desconocido. Cuando el marido y padre abandonó a su familia, la madre llevó al niño a la Casa de los Jermyn, donde no quedaba nadie que se opusiera a su presencia. No carecía ella de idea sobre lo que debe ser la dignidad de un noble, y cuidó que su hijo recibiese la mejor educación que su limitada fortuna le podía proporcionar. Los recursos familiares eran ahora dolorosamente exiguos, y la Casa de !os Jermyn había caído en penosa ruina; pero el joven Arthur amaba el viejo edificio con todo lo que contenía. A diferencia de los Jermyn anteriores, era poeta y soñador. Algunas de las familias de la vecindad que habían oído contar historias sobre la invisible esposa portuguesa de Wade Jermyn afirmaban que estas aficiones suyas revelaban su sangre latina; pero la mayoría de las personas se burlaban de su sensibilidad ante la belleza, atribuyéndola a su madre cantante, a la que no habían aceptado socialmente. La delicadeza poética de Arthur Jermyn era mucho más notable si se tenía en cuenta su tosco aspecto personal. La mayoría de los Jermyn había tenido una pinta sutilmente extraña y repelente; pero el caso de Arthur era asombroso. Es difícil decir con precisión a qué se parecía; no obstante, su expresión, su ángulo facial, y la longitud de sus brazos producían una viva repugnancia en quienes lo veían por primera vez.

La inteligencia y el carácter de Arthur Jermyn, sin embargo, compensaban su aspecto. Culto, y dotado de talento, alcanzó los más altos honores en Oxford y parecía destinado a restituir la fama de intelectual a la familia. Aunque de temperamento más poético que científico, proyectaba continuar la obra de sus antepasados en arqueología y etnología africanas, utilizando la prodigiosa aunque extraña colección de Wade. Llevado de su mentalidad imaginativa, pensaba a menudo en la civilización prehistórica en la que el explorador loco había creído absolutamente, y tejía relato tras relato en torno a la silenciosa ciudad de la selva mencionada en las últimas y más extravagantes anotaciones. Pues las brumosas palabras sobre una atroz y desconocida raza de híbridos de la selva le producían un extraño sentimiento, mezcla de terror y atracción, al especular sobre el posible fundamento de semejante fantasía, y tratar de extraer alguna luz de los Jatos recogidos por su bisabuelo y Samuel Seaton entre los onga.

En 1911, después de la muerte de su madre, Arthur Jermyn decidió proseguir sus investigaciones hasta el final. Vendió parte de sus propiedades a fin de obtener el dinero necesario, preparó una expedición y zarpó con destino al Congo. Contrató a un grupo de guías con ayuda de las autoridades belgas, y pasó un año en las regiones de Onga y Kaliri, donde descubrió muchos más datos de lo que él se esperaba. Entre los kaliri había un anciano jefe llamado Mwanu que poseía no sólo una gran memoria, sino un grado de inteligencia excepcional, y un gran interés por las tradiciones antiguas. Este anciano confirmó la historia que Jermyn había oído, añadiendo su propio relato sobre la ciudad de piedra y los monos blancos, tal como él la había oído contar.

Según Mwanu, la ciudad gris y las criaturas híbridas habían desaparecido, aniquiladas por los belicosos n’bangus, hacía muchos años. Esta tribu, después de destruir la mayor parte de los edificios y matar a todos los seres vivientes, se había llevado a la diosa disecada que había sido el objeto de la incursión: la diosa-mono blanca a la que adoraban los extraños seres, y cuyo cuerpo atribuían las tradiciones del Congo a la que había reinado como princesa entre ellos. Mwanu no tenía idea del aspecto que debieron de tener aquellas criaturas blancas y simiescas; pero estaba convencido de que eran ellas quienes habían construido la ciudad en ruinas. Jermyn no pudo formarse una opinión clara; sin embargo, después de numerosas preguntas, consiguió una pintoresca leyenda sobre la diosa disecada.

La princesa-mono, se decía, se convirtió en esposa de un gran dios blanco llegado de Occidente. Durante mucho tiempo, reinaron juntos en la ciudad; pero al nacerles un hijo, se marcharon de la región. Más tarde, el dios y la princesa habían regresado; y a la muerte de ella, su divino esposo había ordenado momificar su cuerpo, entronizándolo en una inmensa construcción de piedra, donde fue adorado. Luego volvió a marcharse solo. La leyenda presentaba aquí tres variantes. Según una de ellas, no ocurrió nada más, salvo que la diosa disecada se convirtió en símbolo de supremacía para la tribu que la poseyera. Este era el motivo por el que los n’bangus se habían apoderado de ella. Una segunda versión aludía al regreso del dios, y su muerte a los pies de la entronizada esposa. En cuanto a la tercera, hablaba del retorno del hijo, ya hombre -o mono, o dios, según el caso-, aunque ignorante de su identidad. Sin duda los imaginativos negros habían sacado el máximo partido de lo que subyacía debajo de tan extravagante leyenda, fuera lo que fuese.

Arthur Jermyn no dudó ya de la existencia de la ciudad que el viejo Wade había descrito; y no se extrañó cuando, a principios de 1912, dio con lo que quedaba de ella. Comprobó que se habían exagerado sus dimensiones, pero las piedras esparcidas probaban que no se trataba de un simple poblado negro. Por desgracia, no consiguió encontrar representaciones escultóricas, y lo exiguo de la expedición impidió emprender el trabajo de despejar el único pasadizo visible que parecía conducir a cierto sistema de criptas que Wade mencionaba. Preguntó a todos los jefes nativos de la región acerca de los monos blancos y la diosa momificada, pero fue un europeo quien pudo ampliarle los datos que le había proporcionado el viejo Mwanu. Un agente belga de una factoría del Congo, M. Verhaeren, creía que podía no sólo localizar, sino conseguir también a la diosa momificada, de la que había oído hablar vagamente, dado que los en otro tiempo poderosos n’bangus eran ahora sumisos siervos del gobierno del rey Alberto, y sin mucho esfuerzo podría convencerlos para que se desprendiesen de la horrenda deidad de la que se habían apoderado. Así que, cuando Jermyn zarpó para Inglaterra, lo hizo con la gozosa esperanza de que, en espacio de unos meses, podría recibir la inestimable reliquia etnológica que confirmaría la más extravagante de las historias de su antecesor, que era la más disparatada de cuantas él había oído. Pero quizá los campesinos que vivían en la vecindad de !a Casa de los Jermyn habían oído historias más extravagantes aún a Wade, alrededor de las mesas del Knight’s Head.

Arthur Jermyn aguardó pacientemente la esperada caja de M. Verhaeren, estudiando entretanto con creciente interés los manuscritos dejados por su loco antepasado. Empezaba a sentirse cada vez más identificado con Wade, y buscaba vestigios de su vida personal en Inglaterra, así como de sus hazañas africanas. Los relatos orales sobre la misteriosa y recluida esposa eran numerosos, pero no quedaba ninguna prueba tangible de su estancia en la Mansión Jermyn. Jermyn se preguntaba qué circunstancias pudieron propiciar o permitir semejante desaparición, y supuso que la principal debió de ser la enajenación mental del marido. Recordaba que se decía que la madre de su tatarabuelo fue hija de un comerciante portugués establecido en África. Indudablemente, el sentido práctico heredado de su padre, y su conocimiento superficial del Continente Negro, lo habían movido a burlarse de las historias que contaba Wade sobre el interior; y eso era algo que un hombre como él no debió de olvidar. Ella había muerto en África, adonde sin duda su marido la llevó a la fuerza, decidido a probar lo que decía. Pero cada vez que Jermyn se sumía en estas reflexiones, no podía por menos de sonreír ante su futilidad, siglo y medio después de la muerte de sus extraños antecesores.

En junio de 1913 le llegó una carta de M. Verhaeren en la que le notificaba que había encontrado la diosa disecada. Se trataba, decía el belga, de un objeto de lo más extraordinario; un objeto imposible de clasificar para un profano. Sólo un científico podía determinar si se trataba de un simio o de un ser humano; y aun así, su clasificación sería muy difícil dado su estado de deterioro. El tiempo y el clima del Congo no son favorables para las momias; especialmente cuando consisten en preparaciones de aficionados, como parecía ocurrir en este caso. Alrededor del cuello de la criatura se había encontrado una cadena de oro que sostenía un relicario vacío con adornos nobiliarios; sin duda, recuerdo de algún infortunado viajero, a quien debieron de arrebatárselo los n’bangus para colgárselo a la diosa en el cuello, a modo de talismán. Comentando las facciones de la diosa, M. Verhaeren hacía una fantástica comparación; o más bien aludía con humor a lo mucho que iba a sorprenderle a su corresponsal; pero estaba demasiado interesado científicamente para extenderse en trivialidades. La diosa momificada, anunciaba, llegaría debidamente embalada, un mes después de la carta.

El envío fue recibido en Casa de los Jermyn la tarde del 3 de agosto de 1913, siendo trasladado inmediatamente a la gran sala que alojaba la colección de ejemplares africanos, tal como fueran ordenados por Robert y Arthur. Lo que sucedió a continuación puede deducirse de lo que contaron los criados, y de los objetos y documentos examinados después. De las diversas versiones, la del mayordomo de la familia, el anciano Soames, es la más amplia y coherente. Según este fiel servidor, Arthur ordenó que se retirase todo el mundo de la habitación, antes de abrir la caja; aunque el inmediato ruido del martillo y el escoplo indicó que no había decidido aplazar la tarea. Durante un rato no se escuchó nada más; Soames no podía precisar cuánto tiempo; pero menos de un cuarto de hora después, desde luego, oyó un horrible alarido, cuya voz pertenecía inequívocamente a Jermyn. Acto seguido, salió Jermyn de la estancia y echó a correr como un loco en dirección a la entrada, como perseguido por algún espantoso enemigo. La expresión de su rostro -un rostro bastante horrible ya de por sí- era indescriptible. Al llegar a la puerta, pareció ocurrírsele una idea; dio media vuelta, echó a correr y desapareció finalmente por la escalera del sótano. Los criados se quedaron en lo alto mirando estupefactos; pero el señor no regresó. Les llegó, eso sí, un olor a petróleo. Ya de noche oyeron el ruido de la puerta que comunicaba el sótano con el patio; y el mozo de cuadra vio salir furtivamente a Arthur Jermyn, todo reluciente de petróleo, y desaparecer hacia el negro páramo que rodeaba la casa. Luego, en una exaltación de supremo horror, presenciaron todos el final. Surgió una chispa en el páramo, se elevó una llama, y una columna de fuego humano alcanzó los cielos. La estirpe de los Jermyn había dejado de existir.

La razón por la que no se recogieron los restos carbonizados de Arthur Jermyn para enterrarlos está en lo que encontraron después; sobre todo, en el objeto de la caja. La diosa disecada constituía una visión nauseabunda, arrugada y consumida; pero era claramente un mono blanco momificado, de especie desconocida, menos peludo que ninguna de las variedades registradas e infinitamente más próximo al ser humano… asombrosamente próximo. Su descripción detallada resultaría sumamente desagradable; pero hay dos detalles que merecen mencionarse, ya que encajan espantosamente con ciertas notas de Wade Jermyn sobre las expediciones africanas, y con 1as leyendas congoleñas sobre el dios blanco y la princesa-mono. Los dos detalles en cuestión son estos: las armas nobiliarias del relicario de oro que dicha criatura llevaba en el cuello eran las de los Jermyn, y la jocosa alusión de M. Verhaeren a cierto parecido que le recordaba el apergaminado rostro, se ajustaba con vívido, espantoso e intenso horror, nada menos que al del sensible Arthur Jermyn, hijo del tataranieto de Wade Jermyn y de su desconocida esposa. Los miembros del Real Instituto de Antropología quemaron aquel ser, arrojaron el relicario a un pozo, y algunos de ellos niegan que Arthur Jermyn haya existido jamás.

FIN

miércoles, 11 de agosto de 2010

Energy vs. Where Darkness End



End has come, I'm gonna die

Now I see meaning of life
I go to pass with my mind
I can feel when I had in my veins
The power of youth

[Chorus]
Searching the truth, knowledge and wisdom
looking for signs in the sky
somewhere in world, somewher in time
I'll find the secret of life

What rules the world? What Makes us live?
What makes the stars spin in the sky?
I go to pass with my mind
I can feel when I had in my veins
The power of youth

[Chorus]

I had a sword... I had a horse...
I visited wises and kings
Holy places all over the world
Just in the end, my mind's clear
I'll see the truth all is the same
Thunders and men, planets and minds
Water and fire just ENERGY.

[Chorus]

Terminemos las vacaciones con energía y recordando viejos temas




And sometimes I hear the call
Across this mountain into my soul
And I fear no man now
As darkness comes

And sometimes I know I'll fall
Along this dark and lonely road
This wind of change will guide me home
Through the night to your side again

So hold me never let me go
And we'll ride this storm together
So hold on ...'till I reach the end
I'll find a way, and I'll find you
Where darkness ends

Ther's a flame inside us all
Where the angels sing their guiding song
I close my eyes and you are here
Across the darkness
In my heart again

So hold me never let me go
And we'll ride this storm together
So hold on ...'till I reach the end
And I'll find you
Where darkness ends

Will you wait for me there my friend
And I'll hold you where darkness ends

martes, 10 de agosto de 2010

Cinco cosas raras que se pueden hacer con un ordenador y que a lo mejor no sabías

Los ordenadores son para hacer… cosas de ordenadores. Comunicarse, hacer las cuentas, escribir, programar, banalidades así. Sin embargo, la imaginación humana no tiene límites y la combinación de la potencia de los ordenadores actuales con el poderío de Internet e incluso a veces los propios avances en el hardware que incorporan nuestros pequeños amigos domésticos permiten hacer cosas raras. O muy raras. Estas son mis favoritas de los últimos tiempos:

1. Buscar marcianos (o lo que surja). Este es tal vez uno de los proyectos más veteranos, peculiares y conocido, quizá por el alcance de su osadía: encontrar vida inteligente en las señales que nos llegan desde el espacio. Se llama SETI@home (pronunciado SETI at home, iniciales de «Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre… desde casa») y es un proyecto de computación distribuida en el que participan miles de voluntarios. Se instala un salvapantallas en el ordenador y los ciclos de CPU no usados de los «ratos muertos» se emplean de analizar paquetes de señales radioeléctricas procedentes del radiotelescopio de Arecibo, en busca de algún signo de inteligencia, como una secuencia de números primos o algo parecido. SETI@home lleva funcionando más de una década, con gente organizada incluso en grupos de fans por países. Funciona en todo tipo de ordenadores y desde hace tiempo emplea en una plataforma llamada BOINC donde hay proyectos similares de este tipo en los que puedes «repartir tu tiempo». De momento no se ha encontrado ninguna señal indicativa de inteligencia procedente del espacio pero… ¡quién sabe cuándo llegará y quién la detectará!

2. Toc, toc: Detectar terremotos. Aunque parezca increíble, un ordenador con sensores de movimiento como un MacBook puede ser un sismógrafo en potencia. Instalando el software SeisMac se van visualizando en tiempo real los pequeños temblores del entorno, a razón de entre 10 y 500 muestras por segundo. Puede usarse para cosas divertidas como comprobar qué ocurre si se golpea la mesa, si alguien corre por la habitación o si pasa un camión o un autobús cerca del edificio. Y hay quien cree que conectando muchos ordenadores en red con software como este se podrían usar como sistema de aviso preventivo en algunas zonas. Es una idea tan ingeniosa que científicos norteamericanos están considerando instalar una especie de cajas negras conectadas a Internet en las casas de algunos ciudadanos seleccionados, en el área de California, para comprobar su capacidad de detección. Las llaman NetQuakes.

3. Plegar proteínas… y mejor que los ordenadores. Existe un software llamado FoldIt que es una especie de juego con connotaciones científicas reales más allá del entretenimiento, como sucedía también con SETI@home. El caso es que, en química, la forma en que están plegadas las moléculas de las proteínas es algo computacionalmente complejo y no se le da muy bien a las máquinas resolverlo; en cambio un cerebro pensante es una buena arma para resolver el puzzle: como si fuera un juego. Los humanos ya hemos demostrado recientemente ser mejores que las máquinas en este tipo de tareas, y como el programa funciona para Mac, Windows y Linux basta registrarse en la web para participar. Está todo explicado en el wiki de FoldIt.

4. Hacer de sable láser Jedi. A alguien se le ocurrió aprovechar los sensores de movimiento que incorporan desde hace tiempo algunos ordenadores para combinarlos con los efectos de sonido de las «espadas láser» de Star Wars. El resultado, que pueden probar quienes tengan un MacBook o similar, es MacSaber, un pequeño programa que recrea los ruidos propios de Jedis en combate al mover el ordenador físicamente. ¡Cuidado con cargártelo al agitarlo, no serías el primero! En el vídeo hay una demostración, tal vez algo… sobreactuada (¡ejem!) Este software es un poco antiguo, pero hoy en día hay programas similares para teléfonos móviles y tablets como el iPad de Apple que incorporan el mismo tipo de sensores.

5. Encontrar cráteres producidos por meteoritos en nuestro planeta con Google Earth. El hecho de que cada vez haya más información e imágenes de calidad de nuestro planeta al alcance de más y más gente produce a veces efectos insospechados. Uno de ellos es que hay mucho por ver pero poca gente –o científicos– para verlo. Emilio González descubrió hace años unos cráteres de meteoritos simplemente mirando fotos de Google Earth. El secreto era saber qué buscar, en este caso estructuras circulares. Hoy en día los aficionados emplean NASA World Wind, Google Earth, Bing y otros servicios con imágenes de alta calidad para buscar estructuras interesantes «vistas desde las alturas». Una vez encontrado un «candidato» a cráter de meteorito se comprueba en las bases de datos de impactos conocidos. Si no está, y un científico puede ir hasta allí a tomar muestras geológicas, tal vez surja un descubrimiento inédito hasta el momento… ¡Y todo desde el escritorio de casa!

Fuente: cookingideas

lunes, 9 de agosto de 2010

Entrada 88 de mi blog. La definitiva...

¿Quién no ha hecho esto alguna vez? Aquí se ve a cámara super lenta en un curioso vídeo a 1000fps realizado por David Coiffier con una I-Movix Sprintcam Vvs HD. No sabemos por qué causa, el liquido espumoso sale a toda velocidad del cuello de una botella. Hipnótico.

Slow motion soda explosion from David Coiffier on Vimeo.


PD. Para los curiosos, aunque las cuentas no os salgan, ésta es la entrada 88 porque hay dos que fueron borradas. Además, la entrada 88 "original" sólo estuvo unas horas en el blog, así que los no atentos os la habéis perdido. Y no tiene nada que ver con signos neo-nazis, por si acaso (una pista: buscad qué quiere decir ese número para los budistas). Para los atentos, prometo explicar esa entrada cuando llegue el momento y daros más detalles...

jueves, 5 de agosto de 2010

Para que no sirva de ejemplo

Mi ansiada tarde de solaz solitario ha transcurrido tranquila entre capítulos de Californication y lecturas varias de los blogs que suelo ojear habitualmente, y de otros nuevos. Sobre Californication sólo decir que estoy totalmente enganchado a su filosofía cínica y desvergonzada que ironiza sobre el estado de insatisfacción crónica del hombre del siglo XXI. Todo ello condimentado con múltiples referencias a los grandes de la literatura; por algo el personaje principal es un escritor decadente, alcohólico y donjuán. ¿No os suena al París de principios del siglo XX? La diferencia es que este escritor vive en el fatuo Los Ángeles de la actualidad y rodeado por toda la farándula hollywoodiense…

De mi repaso a diferentes blogs, sólo he concluido una cosa: no me perdonaría jamás que mi blog terminase siendo como algunos de los que he leído esta tarde… Un breve apunte antes de continuar. Se supone que iba a estar quince días sin escribir, pero este blog puede conmigo y resuena en mi conciencia constantemente para que le preste atención. Digamos que es algo inevitable (empiezo a tener demasiadas cosas “inevitables” en mi vida, qué “miedito”, como me diría cierta persona). Retomando el tema y al grano, he estado leyendo blogs que, en un primer vistazo, parecen “súper-profundos” y “trascendentales”; otros en los que se escriben mini-relatos a lo Poe, con entornos lúgubres y atávicos; y, por último, los dogmáticos. Estos últimos, mis preferidos pues son aquellos que despotrican contra todo, se burlan hasta de sí mismos y proclaman un nihilismo absoluto bajo una moralidad incierta. Así tenemos que, en conclusión, los primeros (los “súper-profundos”), me parecen ñoños y soporíferos. Si quiero profundizar, profundizo yo solo y no torturo a los demás. Los segundos, burdas imitaciones que no superan lo que hay, pero con los que algunos adolescentes flipan que no veas. Para mí son como ese viento castellano y lacerante de una fría mañana de febrero. Y ¿qué decir de los últimos? Pues que, aunque los prefiero a los otros dos, deberían proponer más y exigir menos.

Pero, por otro lado, ¿quién cojones me creo yo para opinar sobre lo que los demás hacen con verdadero cariño, pasión y altruismo? Nadie, sólo el tuerto en el reino de los ciegos. Aunque me he desahogado. Así que, tras esta absurda perorata, sólo añadiré: haced lo que os dé la gana, y escribid y leed lo que os plazca, que yo haré lo mismo. Y aquí concluye la nada más absoluta que podáis leer en cualquier blog de Internet. Apunte a otros blogs: esto es el nihilismo en estado puro. Amén.

La Belle Dame sans Merci


Sir Frank Bernard Dicksee (1853 – 1928), otro de los artistas que trató temas épicos y clásicos con un estilo pre-rafaelista, aunque él mismo no llegase a pertenecer a la Hermandad Pre-Rafaelista. La obra retrata a “La bella dama sin piedad”, una balada de John Keats escrita a principios del siglo XIX, que a su vez se inspira en un poema escrito por Alain Chartier en el siglo XV.

El poema y el cuadro describen el encuentro entre un caballero y un hada, aunque al final del poema nos queda la duda de si todo ha sido un sueño o no (cosa que en la pintura se consigue dando un aire onírico a la escena).

Aquí os dejo una traducción del poema:

La Belle Dame sans Merci

I.

Ah, ¿Qué es lo que te aflige, maltrecha criatura.
Solitario y pálido vagabundo?
El junco se marchita en el lago
Y ningún pájaro canta.

II.

Ah, ¿Qué es lo que te aflige, maltrecha criatura,
Tan demacrado y tan lleno de dolor?
El granero de la ardilla está lleno
Y la cosecha ya ha sido recogida.

III.

Veo un lirio en tu ceja
Con la húmeda agonía de las gotas de febril rocío
Y en tu mejilla una rosa que se desvanece
Tan rápidamente como se marchita

IV.

Conocí a una dama en los prados
Llena de belleza, una niña de las hadas;
Su pelo era largo, su caminar ligero
Y sus ojos salvajes

V.

La senté en mi corcel trotador
Y nada más vi durante el resto del día
A mi lado ella se recostó, y cantó
Una canción de las hadas.

VI.

Hice una guirnalda para su cabeza
Brazaletes también, que la llenaron de fragancias;
Ella me miró y me hizo el amor
Con dulces quejidos.


VII.

Ella me encontró raíces de dulce sabor
Miel salvaje y maná del rocío
Y en un lenguaje ciertamente extraño dijo-
‘Te amo’

VIII.

Ella me llevó a su gruta encantada
Y allí me contempló, y suspiró profundamente,
Y allí cerré sus ojos salvajes
Para besarla hasta caer rendidos.

IX.

Y entre el musgo sucumbimos al sopor
Y allí soñé – Ah! dolor!
El último sueño que jamás tuve
En la pendiente de la fría colina.

X.

Ví pálidos reyes, y princesas también,
Pálidos guerreros, todos con la palidez de la muerte;
Ellos gritaban – ‘¡La bella dama sin piedad
Te ha esclavizado!’

XI.

Vi sus hambrientos labios en la penumbra
Con un horrible bostezo avisador,
Y me desperté, encontrándome aquí
En la pendiente de la fría colina

XII.

Eso es lo que ha hecho que me encuentre aquí
Solitario, pálido y vagabundo,
Aunque el junco se marchite en el lago
Y ningún pájaro cante.


John Keats

miércoles, 4 de agosto de 2010

Pero ¿a qué velocidad se mueve la Tierra?

Las preguntas sobre a qué velocidad se mueve la Tierra (o cualquier otra cosa) son incompletas a menos que se añada en relación con qué. Sin un sistema de referencia, los interrogantes sobre movimiento no se pueden responder de manera completa.

Consideremos el movimiento de la superficie de la Tierra respecto del centro del planeta. La Tierra completa una rotación cada 23 horas, 56 minutos y 4,09053 segundos, y tiene una circunferencia de 40.075 kilómetros. Por tanto, la superficie de la Tierra en el ecuador se mueve a una velocidad de 460 metros por segundo (unos 1.700 kilómetros por hora).

En la infancia aprendimos que la Tierra gira alrededor del Sol en una orbita casi circular. Cubre este recorrido a una velocidad de casi 30 kilómetros por segundo (más de 100.000 kilómetros por hora). Además, el sistema solar (incluida la Tierra y todo lo que contiene) orbita alrededor de la Galaxia a unos 2.700 kilómetros por segundo (800.000 kilómetros por hora). A medida que se consideran escalas espaciales mayores, las velocidades implicadas se tornan ¡absolutamente colosales!

Las galaxias de nuestros alrededores también se precipitan a una velocidad de casi 1.000 kilómetros por segundo hacia una estructura llamada el Gran Atractor, una región del espacio que dista de nosotros unos 150 millones de años-luz (un año-luz equivale a 10 billones de kilómetros). Este Gran Atractor, con una masa de 10.000 billones la masa del Sol y una extensión de 500 millones de años-luz, esta compuesto tanto por materia visible que se puede observar como por la denominada materia oscura, que no se ve.

Cada uno de los movimientos recién descritos se menciona en relación con alguna estructura. Nuestro desplazamiento alrededor del Sol esta relacionado con el Sol, mientras que el desplazamiento del grupo local de galaxias se da en relación con el Gran Atractor. De ello surge el interrogante: ¿existe algún marco de referencia que permita definir en relación con él el movimiento de todas las cosas? La respuesta pudo haberla dado el satélite COBE (Cosmic Background Explorer, “Explorador del Fondo Cósmico”).

En 1989 se situó el satélite COBE en orbita alrededor de la Tierra (¡la Tierra vuelve a ser el punto de referencia!) para medir el debilitadísimo eco de radiación que dejo el nacimiento del universo. Esta radiación, la que queda de aquella bola de fuego primordial con una temperatura y densidad inmensas que fue el universo temprano, se conoce como radiación cósmica de fondo de microondas (RCF). Esta RCF, que en la actualidad se extiende por todo el espacio, es el equivalente al rescoldo del fuego cósmico inicial.

Uno de los descubrimientos del COBE fue que la Tierra se mueve con respecto a esta RCF a una velocidad y una dirección bien definidas. Como RCF impregna todo el espacio, al fin podemos responder por completo la pregunta inicial si se toma como referencia este fondo de radiación.

La Tierra se mueve con respecto a la RCF a una velocidad de 390 kilómetros por segundo. Asimismo podemos especificar la dirección en relación con la RCF. Pero es más divertido alzar la mirada el firmamento nocturno y buscar la constelación de Leo. La Tierra se desplaza hacia Leo a la vertiginosa velocidad de 390 kilómetros por segundo. ¡Por suerte no chocaremos contra nada ahí afuera durante el intervalo temporal de nuestras vidas!

Rhett Herman, profesor de Física, Universidad de Radford, Radford, Virginia.

Cuestiones curiosas de ciencia. Scientific American. Alianza Editorial, edición de 2006.