lunes, 18 de junio de 2012

Cinco meteduras de pata bien grandes de las que deberíamos aprender


La historia de la insensatez humana va pareja con… la historia de la humanidad. Normalmente las personas suelen tomar la peor decisión en el peor lugar siempre que esto coincida con el peor momento. Incluso así, algunas elecciones llaman nuestra atención por lo desacertadas. Escogemos algunas de ellas, unas históricas, otras legendarias y otras pueriles para ilustrar que nuestra capacidad para equivocarnos es tan perseverante y necia como nosotros mismos.
Príamo y el caballo de Troya
Una metedura de pata legendaria. Se suele utilizar el cuento del caballo de Troya como ejemplo de la astucia de los griegos en general y de Ulises (u Odiseo) en particular. Pero es la argucia más burda desde que David detuvo el sol. Veamos el escenario: después de nueve años asediando la ciudad de Troya a los griegos ya no se les ocurría nada. Es entonces cuando el augur Calcante observa a un halcón persiguiendo a una paloma que se esconde del ave de presa en una grieta. El halcón se quita de su vista un rato, la paloma sale confiada y el halcón la atrapa. ¿Qué nos enseña esto? Que los griegos estaban tan aburridos que ya veían señales hasta en los pájaros.
En otras versiones la ocurrencia es de la diosa Atenea. Da igual. El mérito se lo queda Ulises para siempre. El resto de la historia es conocida. Pero, ¿quién es el verdadero protagonista de esta moraleja? Evidentemente el rey troyano Príamo que es el que ve un caballo gigante de madera abandonado delante de las intactas murallas de su ciudad y se pone tan contento que ¡ordena tirar parte de las murallas para meter dentro el chisme! ¿Cómo acaba la cosa? Los griegos entran en Troya y matan a todo el mundo. Y nos quejamos de nuestro monarca.

 
El telegrafista del Titanic
Se le suele echar la culpa del célebre naufragio del Titanic al capitán del barco por no ordenar reducir la velocidad, pero la verdad es que al muy competente Edward John Smith se le escamotearon datos. El día de la catástrofe, por delante del Titanic y en su misma ruta, estaba el SS Californian; otro barco de pasajeros, mucho más pequeño, que también se había metido en líos yéndose demasiado al norte y estaba parado en medio del hielo.
El SS Californian se hartó de mandar mensajes sobre el estado del mar (y de los icebergs) de la zona. Pero el día antes del naufragio el telégrafo marconi (así se llamaba el aparato) del Titanic se estropeó y el teleoperador Jack Philips (nuestro hombre) y su ayudante Harold Bride estuvieron reparándolo… ¡siete horas!
Al día siguiente, ya el del naufragio, estaban, comprensiblemente, hasta el gorro del marconi. Además los pasajeros se ponían pesados con los mensajes que no habían podido mandar durante la avería. Philips decidió no contestar más al SS Californian que, después de avisar al Titanic de que tenían un iceberg en el camino, apagó el aparato a las diez y pico de la noche, cansado y ofendido al ver cómo Philips ignoraba repetidamente sus mensajes.
Philips nunca le pasó esa información al puente de mando. Y eso fue todo. De hecho cuando el Titanic se hundía el SS Californian (con el aparato telegráfico apagado) estaba a dieciocho kilómetros. Incluso vieron sus señales luminosas y no las hicieron caso alguno, tomándolas por cosas de los chulos del Titanic.
Luego, es justo decir que Philips se quedó en el barco desgañitándose en el marconi y buscando ayuda; y murió, como el capitán, en el naufragio.


Edward Neville Chamberlain o a mí los nazis (y Franco) me parecen majetes
Se dice que la estupidez reside en hacer la misma cosa varias veces y esperar resultados diferentes. En el año 1938 se reunieron en Múnich Hitler, Mussolini, el primer ministro británico Chamberlain y su homólogo francés Dadalier. ¿Qué decidieron estos cuatro lumbreras? Pues que un territorio checoslovaco llamado los Sudetes pertenecía a Alemania porque… porque hablaban alemán. Checoslovaquia no estaba invitada a la reunión.
Era la continuación de la política de appeasement o apaciguamiento que venía propugnando el conservador Chamberlain desde que Hitler empezó a hacer de las suyas. Esta decisión, como se vería después, calmó muchísimo al líder nazi que se dedicó a la pesca con mosca. Chamberlain también reconoció al gobierno del General Franco en febrero de 1939 sin esperar al final de la guerra.
Por la misma época (en 1939) los nazis y Stalin firman un pacto de agresión. Un, ojo, compromiso para solucionar pacíficamente las controversias entre ambas nacionesFue una época de líderes visionarios, no cabe duda. Se conoce que nadie había leído el Mein Kampf del amigo Adolf donde (en 1925 y 1928) explica clara y minuciosamente que está como una cabra.


Los Rolling Stones en Altamont. Éstos son amigos míos y controlan
A finales de 1969, después de terminar su gira por EEUU y como apoteosis final los Rolling Stones ebrios de éxito improvisan un festival con varios grupos: Santana, Jefferson Airplane, The Flying Burrito Brothers, The Greateful Dead (que vieron el ambiente y obviaron sabiamente su actuación) y Crosby, Stills, Nash and Young.

Después de descartar varios lugares para la kermesse finalmente deciden actuar en un descampado del norte de California, sin instalaciones para acoger a una multitud y con un escenario que no se levantaba más de metro y medio del suelo. Para dominar a la chusma cuentan con Los Ángeles del Infierno, un grupo de moteros camorristas conocidos por ser… un grupo de moteros camorristas.
Lo oportuno de la elección se ve enseguida: según baja del helicóptero a Mick Jagger un espectador le mete una castaña. Luego la cosa no mejora. En la séptima canción del show de los Rolling Stones (el último, claro) un negro chalado saca una pistola y uno de los angelitos le mete cinco puñaladas. Tocan nueve temas más con un Jagger visiblemente acojonado y se suspende el festival.
Moraleja: deja que se ocupe de la seguridad alguien a quien la seguridad le preocupe. Y ya está. Como diría Homer Simpson: se puede decir que los sesenta del amor terminaron ese diciembre de 1969.


Los acuerdos de Bretton Woods
En 1944 en un hotel de New Hampshire (EEUU) se celebra una conferencia financiera donde cuarenta y cuatro países (entre ellos, España, claro) deciden crear un nuevo orden económico internacional. Entre otras brillantes ideas tienen la de crear el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. Ahora cuando los países tienen déficits deben financiarlos a través de las reservas internacionales o mediante los préstamos de este simpático organismo. También equiparan el oro al dólar como patrón (es decir, un país tiene tanta riqueza como oro o dólares puedan respaldarla).
Todo esto se va al garete con Vietnam cuando Nixon devalúa el dólar, abriendo la puerta para que todos los países puedan hacer lo mismo. Ahora las fortunas de los países ya no tienen respaldo ni del oro ni del dólar y sus reservas se convierten en prácticamente imaginarias. Es el origen de la moderna reserva fraccionaria, el sistema con el que los bancos pueden operar con uno o dos por ciento de su capital (su coeficiente de caja). Es decir: si un banco tiene un dólar o un euro puede dejar (ellos lo llaman negociar u operar) cien. Qué risa ¿Eh? Pues de esos polvos vienen estos lodos.

martes, 12 de junio de 2012

La revuelta del día de Santa Escolástica o cómo acabar muy mal una juerga universitaria


El 10 de febrero es una fecha clave en la ciudad universitaria de Oxford (U.K.), el día en que se produjo uno de los hechos más luctuosos de su larga historia, un suceso que comenzó con varios estudiantes divirtiéndose en una taberna y que terminó en una de las mayores tragedias que se recuerdan en el mundo universitario.

Ese día de Santa Escolástica de 1355 (según el santoral de la época), un grupo de estudiantes de Oxford estaban bebiendo en la taberna Swindlestock junto con unos sacerdotes cuando hicieron comentarios irrisorios sobre la calidad de la cerveza. El tabernero, John Barford, que estaba por entonces de alcalde de la ciudad, respondió con “lenguaje terco y soez”, tras lo cual fue golpeado en la cabeza con una jarra de cerveza lanzada por uno de los universitarios.
Ese jarra voladora no fue sino el detonante de una matanza que terminó con 93 muertos.
Así se recuerdan los hechos en varios sitios históricos sobre la ciudad de Oxford: tras el sorpresivo jarrazo y la posterior bronca, el tabernero se fue a la iglesia de la ciudad y tocó las campanas para convocar a los habitantes a las armas. En respuesta, los estudiantes corrieron la iglesia de la universidad y también tocaron las campanas para llamar a los estudiantes a luchar.
En la refriega resultante, los estudiantes obtuvieron la victoria gracias al buen uso que hicieron de los arcos y las flechas, lo que obligó a retirarse a los habitantes de la ciudad. Al día siguiente, el tabernero Barford se fue al campo en busca de más apoyo. Y reunió a 2.000 hombres que con sus instrumentos de labor avanzaron sobre el recinto universitario al grito: «¡Matar a los estudiantes!.
Irrumpieron en los colegios, y aunque los estudiantes se defendieron, asesinaron a un total de 63 universitarios. Los habitantes de la ciudad sufrieron un número de muertes de alrededor de 30 personas, aunque algunos historiadores cifran las bajas locales también en torno al medio centenar.


El rey Eduardo III ordenó una investigación de aquello, que falló a favor de la universidad. El alcalde y los agentes judiciales recibieron la orden de caminar con la cabeza descubierta a través de la ciudad y asistir a una misa por las almas de los muertos en todos los posteriores días de Santa Escolástica y hacer un juramento de conservar los privilegios de la Universidad; y, si eso no fuera suficiente, además pagarían una multa anual de 63 peniques a la universidad por el resto de los días.
¿Y qué hacían los sacerdotes en medio de esta guerra? Pues desde la barra, ponerse del lado de los estudiantes. La de Oxford es la universidad de habla inglesa más antigua del mundo (hay evidencia de actividades de enseñanza desde el año 1096) y estos centros educativos fueron originalmente apoyados por la Iglesia con la esperanza de que existiera una reconciliación entre la filosofía griega y la teología cristiana.
Pero la mezcla de universitarios, sacerdotes y ciudadanos en un bar en los movidos años del siglo XIV no fueron fáciles. Y desde ese día trágico de Santa Escolástica las relaciones entre los estudiantes y los oriundos de Oxford nunca han vuelto a ser buenas; y aún hoy, no hay una mezcla oficial y natural de universitarios en los bares de la ciudad o viceversa. Quizá por lo que pueda pasar.



Fuente: History of Oxford, Los alcaldes de Oxford y Wikipedia

miércoles, 6 de junio de 2012

Tu cara me suena, majestad Baratheon: Los otros papeles de los actores de ‘Juego de tronos’


Juego de Tronos arrasa, y todos los involucrados se ven beneficiados con su éxito. Tener un papel en esta serie es un jugoso premio al que muchos aspiran y pocos consiguen, ya que es conseguir la atención y la adoración de millones de personas en todo el mundo.
Muchas de las caras del programa eran ya muy conocidas anteriormente: ahí tenemos a un Sean Bean, que muere aquí como moría su Borormir en ‘El señor de los anillos’. O a Lena Hadley, que ya en ’300′ y en ‘Las crónicas de Sarah Connor’ protagonizaba historias épicas, o a Jason Momoa, el nuevo Conan. En el extremo opuesto, están los actores más jóvenes, muchos de ellos sin ningún crédito en su haber, y todos sin papeles muy destacables o en series ignotas para el espectador local.
Pero hay otro grupo, el de los “tu cara me suena”. El de aquellos actores que sabemos hemos visto en otros sitios. En ocasiones en papeles bastante destacados. Aquí tenéis un ejemplo de estos intérpretes que ya tuvieron algún rol importante y que quizás no recordáis. Y no nos estraña: ¡que cambiados que andan!


Mark Addy – Robert Baratheon
Al bueno de Addy le has visto en un montón de sitios, y en más de una ocasión, interpretando papeles cómicos. Los más recordados serían como protagonista en ‘Full Monty‘ y supliendo a John  Goodman como Pedro Picapiedra en ‘Viva Rock Vegas’.


Nikolaj Coster-Waldau – Jaime Lannister
Oriundo de Dinamarca, tras unos años con éxito en el cine de este país, ha conseguido hacer carrera en los EEUU. Le viste en ‘Black Hawk Derribado’ con el uniforme militar enfundado. Lo de llevar espada y armadura no le pilla de lejos: también apareció en ‘El Reino de los cielos’ y en ‘La sombra de la Espada’. Además, coincidió con Harrison Ford en ‘Firewall’.



Peter DinklangeTyrion Lannister
Es sin duda una de las revelaciones de la serie y posiblemente el favoritos de los fans. Está claro que por sus “peculiaridades físicas”, Dinklange es relativamente fácil de localizar, pero igual no recordáis sus papeles en ‘Elf‘ (junto a Will Ferrell) o en ‘Las Crónicas deNarnia: El príncipe Caspian’, donde le teníamos tapado con esa barba y bigote.


Michelle Fairley – Catelyn Stark
Una veteranísima actriz inglesa que ha participado en centenares de series y películas no especialmente populares, aunque se dejó caer por ‘Los Otros‘, por ejemplo. También aparecía en Harry Potter, como la madre de Hermione, y en la divertidísima serie ‘Misfits’.


Natalia Tena  – Osha
Si sois fans de Harry Potter, seguro que os acordáis de ella… ¡Es Tonks! Claro que con pelo rosa y la cara limpia no era tan fácil reconocerla. A lo tonto, esta actriz de raíces españolas ya ha conseguido colarse en las dos sagas de fantasía más importantes de los últimos años. ¡Bien por ella!


Iain Glen – Sir Jorah Mormont
Veterano actor británico de TV y secundario en incontables películas. Glen coincidió con Nikolaj Coster-Waldau en ‘El Reino de los Cielos’, donde tenía el papel de Ricardo Corazón de León. En la saga de  Resident Evil le hemos visto como el Doctor Isaacs en la 2ª y 3ª entrega de las serie.  Y no fue el único videojuego que contribuyó a adaptar a la gran pantalla: en ‘Tomb Raider‘, encarnaba a Manfred Powell, villano que trataba de acabar con Lara Croft.


Sibel Kekilili – Shae
Sibel cultivó en el pasado la faceta más sexual de este personaje. Kekilli comenzó haciendo porno con títulos como (“Casting de mazizas”, ejem) para después dar el salto al cine de autor con ‘Contra la Pared, de Faith Akin. Se ha mantenido dentro de estos circuitos de trabajando principalmente en el cine alemán: podéis intentar localizar su presencia en ‘Todo un hombre’ o ‘El último tren a Auschwitz’.


Rory McCann  – “El Perro”
Aunque en la vida real tiene cara de bonachón, este actor de 2’14 metros  ha terminado haciendo muchos papales de guerrero mítico En ‘Furia de Titanes‘ encarnaba a Belo, uno de los compañeros de Perseo, donde lucía un, ejem, “curioso” corte de pelo. Repitió temática (más o menos) en ‘Alejandro Magno’, y le vimos también en la muy divertida ‘Arma Fatal’.


Charles Dance - Tywin Lannister
Dance es aquí Tywin Lannister,  padre de Cersei y Jaime. Es uno de esos veteranísimos actores ingleses curtidos en miniseries de la BBC, pero al que nuestro corazoncito friki recuerda de dos papeles gloriosos de malvados: en ‘El Chico de Oro’, con Eddie Murphy y en ‘El Último Gran Héroe’.


Conleth Hill – Varys
Hill no es ni calvo ni eunuco. Al contrario, le recordamos con mucho más pelo (y menos kilos) en ‘Si La Cosa Funciona‘, al lado del cómico Larry David. Los amantes del cine más indie se lo encontraron también en ‘La pesca del salmón en Yemen’.



Carice Van Houten - Melissandre
Van Houtern es de origen holandés y ha destacado en dos películas sobre la segunda guerra. Fue el protagonista de ‘El libro negro‘, el último y estupendo film de Paul Verhoeven, y también tenía un papel destacado en ‘Valkiria‘, donde coincidió con Tom Cruise.


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