jueves, 5 de agosto de 2010

La Belle Dame sans Merci


Sir Frank Bernard Dicksee (1853 – 1928), otro de los artistas que trató temas épicos y clásicos con un estilo pre-rafaelista, aunque él mismo no llegase a pertenecer a la Hermandad Pre-Rafaelista. La obra retrata a “La bella dama sin piedad”, una balada de John Keats escrita a principios del siglo XIX, que a su vez se inspira en un poema escrito por Alain Chartier en el siglo XV.

El poema y el cuadro describen el encuentro entre un caballero y un hada, aunque al final del poema nos queda la duda de si todo ha sido un sueño o no (cosa que en la pintura se consigue dando un aire onírico a la escena).

Aquí os dejo una traducción del poema:

La Belle Dame sans Merci

I.

Ah, ¿Qué es lo que te aflige, maltrecha criatura.
Solitario y pálido vagabundo?
El junco se marchita en el lago
Y ningún pájaro canta.

II.

Ah, ¿Qué es lo que te aflige, maltrecha criatura,
Tan demacrado y tan lleno de dolor?
El granero de la ardilla está lleno
Y la cosecha ya ha sido recogida.

III.

Veo un lirio en tu ceja
Con la húmeda agonía de las gotas de febril rocío
Y en tu mejilla una rosa que se desvanece
Tan rápidamente como se marchita

IV.

Conocí a una dama en los prados
Llena de belleza, una niña de las hadas;
Su pelo era largo, su caminar ligero
Y sus ojos salvajes

V.

La senté en mi corcel trotador
Y nada más vi durante el resto del día
A mi lado ella se recostó, y cantó
Una canción de las hadas.

VI.

Hice una guirnalda para su cabeza
Brazaletes también, que la llenaron de fragancias;
Ella me miró y me hizo el amor
Con dulces quejidos.


VII.

Ella me encontró raíces de dulce sabor
Miel salvaje y maná del rocío
Y en un lenguaje ciertamente extraño dijo-
‘Te amo’

VIII.

Ella me llevó a su gruta encantada
Y allí me contempló, y suspiró profundamente,
Y allí cerré sus ojos salvajes
Para besarla hasta caer rendidos.

IX.

Y entre el musgo sucumbimos al sopor
Y allí soñé – Ah! dolor!
El último sueño que jamás tuve
En la pendiente de la fría colina.

X.

Ví pálidos reyes, y princesas también,
Pálidos guerreros, todos con la palidez de la muerte;
Ellos gritaban – ‘¡La bella dama sin piedad
Te ha esclavizado!’

XI.

Vi sus hambrientos labios en la penumbra
Con un horrible bostezo avisador,
Y me desperté, encontrándome aquí
En la pendiente de la fría colina

XII.

Eso es lo que ha hecho que me encuentre aquí
Solitario, pálido y vagabundo,
Aunque el junco se marchite en el lago
Y ningún pájaro cante.


John Keats

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