sábado, 20 de abril de 2013

Max Martin: el sueco responsable de decenas de canciones que probablemente odias

Max Martin

Martin Karl Sandberg más conocido como Max Martin es un productor y compositor sueco del cual probablemente jamás hayas escuchado mencionar en tu vida. No es una estrella ni lo verás usando trajes extravagantes en entregas de premios. No es reconocido por el personal cuando camina por la calle, seguido por paparazzis o asediado para firmar autógrafos.

Pero Max Martin es responsable de algunas de las canciones más conocidas de la música contemporánea, algunas que muy probablemente odies por escucharlas involuntariamente hasta la saciedad. Algunas otras que probablemente sean placeres culpables.
Baby One More Time, Oops!… I Did It Again, Lucky, Stronger y Overprotected de Britney Spears han sido canciones escritas/producidas por él. Pero también es culpable de otros éxitos de finales de los noventas como I Want It That Way de los BackStreet Boys.

La fórmula resultó en una explosión de colaboraciones con otros artistas pop, siendo su relación con Katie Perry una de las más productivas tanto a nivel creativo como a nivel económico. I Kissed a Girl, Hot n’ Cold, California Gurls, Teenage Dream, E.T., Last Friday Night (T.G.I.F.) y The One That Got Away son obra de Martin.

Max Martin no siempre fue productor y no siempre tuvo éxito. De hecho sus inicios tiene relación tienen relación con el glam-metal, siendo el vocalista de It’s Alive, que tuvo éxito relativo en presentaciones locales. En un vano intento de convertirse en un éxito europeo, se unieron a la discográfica de Denniz PoP, Cheiron Records, pero decepcionaron con el segundo álbum. Aun así se reconoció el talento de Martin y empezó una colaboración en la que PoP se convirtió en su mentor.
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Leave Britney alone!

Fue ese reconocimiento y sus primeros trabajos con Cheiron el que le hizo entender a Martin sus habilidades como escritor y productor. En 1993 contrataron a la discográfica para trabajar en el primer álbum de los Backstreet Boys. Finalmente co-escribió Quit Playing Games (With My Heart), As Long As You Love Me y Everybody (Backstreet’s Back) y ayudó con la producción de estas canciones. El disco acabó vendiendo 8 millones de copias y la carrera del productor, aunque desconocido para la mayoría, se catapultó.

Hoy Pink, Avril Lavigne, Christina Aguilera, Taylor Swift, Bon Jovi, Adam Lambert, y muchos otros interpretan canciones escritas o producidas por Max Martin. Aunque siempre tuvo un estilo en el que mezclaba música dance con teclados y guitarra mezclando el soul, funk, europop y rock, sus composiciones últimamente se centran más en este último estilo, como por ejemplo Since U Been Gone de Kelly 

Clarkson.
La lista de canciones que Martin ha colaborado por medio de producción o composición es impresionante. La Wikipedia lleva un registro bastante exacto y actualizado de sus obras. La próxima vez que quieras culpar a alguien por el sonido característico del pop contemporáneo, ya sabes de quién tienes que acordarte.

lunes, 15 de abril de 2013

El principio del universo en tres minutos



Tom Whyntie, un físico del CERN, explica en este vídeo de TED-Ed qué sabemos de cómo comenzó nuestro universo y por qué necesitamos máquinas como el Gran Colisionador de Hadrones para avanzar en este conocimiento.
Hay subtítulos en español. Ya sabes, clic en el segundo botón empezando por la izquierda del grupo de los que están a la derecha, y escoge Español (España).
Para otra explicación más larga y en un tono humorístico de este asunto, pero no por ello menos rigurosa, tenemos Protón - La fascinante historia de una partícula inmortal… O casi, el Discurshow de Xurxo Mariño y Vicente de Souza.
(Vía Universe Today).

sábado, 6 de abril de 2013

Richard P. Feynman – Física basica


La física antes de 1920

Es un poco difícil empezar de golpe con la visión actual, de modo que primero veremos como se veían las cosas alrededor de 1920 y luego sacaremos algunas cosas de dicha imagen. Antes de 1920, nuestra imagen del mundo era algo parecido a esto: el “escenario” en el que se representa el universo es el espacio tridimensional de la geometría, tal como es descrito por Euclides, y las cosas cambian en un medio llamado tiempo. Los elementos sobre el escenario son las partículas, por ejemplo los átomos, que tienen ciertas propiedades. En primer lugar, la propiedad de inercia: si una partícula se está moviendo continuara moviéndose en la misma dirección a menos que sobre ella actúen fuerzas. El segundo elemento, por lo tanto, son las fuerzas, que entonces se pensaba que eran de dos tipos: el primero, un enormemente complicado y detallado tipo de fuerza de interacción que mantenía los diferentes átomos en diferentes combinaciones de una forma complicada, que determinaba si la sal se disolvería más rápida o más lentamente cuando aumentamos la temperatura. La otra fuerza que se conocía era una interacción de largo alcance – una atracción suave y silenciosa – que variaba de forma inversamente proporcional al cuadrado de la distancia, y fue denominada gravitación esta ley era conocida y era muy simple. Lo que no se conocía, por supuesto, era por qué las cosas permanecen en movimiento cuando se están moviendo, o por qué existe una ley de gravitación.

Lo que aquí nos interesa es una descripción de la naturaleza. Desde este punto de vista, un gas, y en realidad toda la materia, es una infinidad de partículas en movimiento. Así, muchas de las cosas que vimos mientras permanecíamos de pie en la orilla del mar pueden ser relacionadas inmediatamente. Primero la presión: ésta procede de las colisiones de los átomos, si todos se están moviendo en una cierta dirección en promedio, es el viento; los movimientos aleatorios internos son el calor. Hay ondas de exceso de densidad, donde se han reunido demasiadas partículas y, por ello, cuando se separan precipitadamente empujan a montones de partículas situadas más lejos, y así sucesivamente. Esta onda en exceso de densidad es el sonido. Constituye un enorme logro que seamos capaces de comprender tanto. Algunas de estas cosas se describieron en el capitulo anterior.

¿Qué tipos de partículas existen? En esa época se consideraba que había 92: 92 tipos diferentes de átomos se descubrieron finalmente. Tenían nombres diferentes asociados a sus propiedades químicas.
La siguiente parte del problema era: ¿cuáles son la fuerzas de corto alcance? ¿Por qué el carbono atrae a un oxigeno o quizá dos oxígenos, pero no a tres oxígenos?¿ Cuál se el mecanismo de la interacción entre dos átomos? ¿Es la gravitación? La respuesta es no. La gravedad es demasiado débil. Pero imaginemos una fuerza análoga a la gravedad, que varíe de forma inversamente proporcional al cuadrado de la distancia, aunque enormemente más potente y con una diferencia: en la gravedad cada objeto atrae a todos los demás. Pero imaginemos ahora que existen dos tipos de “objetos”, y que esta nueva fuerza (que, por supuesto, es la fuerza eléctrica) tiene la propiedad de que los semejantes se repelen pero los diferentes se atraen. El “objeto” que porta esta interacción fuerte se denomina carga.

Entonces ¿qué es lo que tenemos? Supongamos que tenemos dos objetos diferentes que se atraen mutuamente, un más y un menos, y que están muy próximos. Supongamos que tenemos otra carga a cierta distancia ¿Sentiría alguna atracción? No sentiría prácticamente ninguna, porque si las dos primeras cargas tienen el mismo tamaño, la tracción de una y la repulsión de la otra se cancelan. Por lo tanto, hay una fuerza muy pequeña a distancias apreciables. Por el contrario, si nos acercamos mucho con la carga extra aparece una atracción, porque la repulsión de los iguales y la atracción de los diferentes hará que los diferentes se coloquen más próximos y los iguales se aparten. Entonces la repulsión será menor que la atracción. Esta es la razón de que los átomos, que están constituidos por cargas eléctricas más y menos, experimenten una fuerza muy pequeña (aparte de la gravedad) cuando están separados por una distancia apreciable. Cuando se acercan pueden “ver dentro” del otro y redistribuir sus cargas, con el resultado de que tienen una interacción muy fuerte. La base ultima de esta interacción entre átomos es eléctrica. Puesto que esta fuerza es tan enorme, todos lo más y todos los menos se unirán normalmente en una unión tan intima como sea posible. Todas las cosas, incluido nosotros mismos, tienen un granulado fino, con partes más y menos que interaccionan fuertemente, todas ellas globalmente compensadas. De cuando en cuando, por accidente, podemos robar algunos menos o algunos más (normalmente es más fácil robar menos), y en tales circunstancias encontramos la fuerza de la electricidad descompensada y podemos ver los efectos de estas atracciones eléctricas.

Para dar una idea de lo mucho más fuerte que es la electricidad respecto a la gravitación, consideremos dos granos de arena de un milímetro de diámetro, separados a una distancia de treinta metros. Si la fuerza entre ellos no estuviera compensada, si cualquier cosa atrajese a cualquier otra en lugar de repeler a los iguales, de modo que no hubiera cancelación, ¿qué intensidad tendría la fuerza? ¡Habría una fuerza de tres millones de toneladas entre los dos! Verán ustedes que basta con un exceso o un déficit muy pequeño del numero de cargas negativas o positivas para producir efectos eléctricos apreciables. Esta es, por supuesto, la razón de que ustedes no puedan ver la diferencia entre un objeto eléctricamente cargado y otro descargado: están implicadas tan pocas partículas que apenas supone diferencias en el peso o en el tamaño de objeto.
Con esta imagen, los átomos eran más fáciles de comprender. Se pensaba que los átomos tienen un “núcleo” en el centro, con carga eléctrica positiva y muy masivo, y el núcleo esta rodeado de cierto numero de “electrones”, que son muy ligeros y están cargados negativamente. Ahora avancemos un poco más en nuestra historia para comentar que en el propio núcleo se encontraron dos tipos de partículas, protones y neutrones, ambos muy pesados y casi de la misma masas. Los protones están eléctricamente cargados y los neutrones son neutros. Si tenemos un átomo con seis electrones (las partículas negativas en la materia ordinaria son todas electrones y son muy ligeras comparadas con los protones y los neutrones que constituyen los núcleos), seria el átomo numero seis en la tabla química, y se llama carbono. El átomo ocho se llama oxigeno, etc., porque las propiedades químicas dependen de los electrones en el exterior y, de hecho, solo de cuantos electrones hay. De este modo, las propiedades químicas de una sustancia dependen solo de un numero, el numero de electrones. (La lista entera de elementos químicos podría haber sido en realidad 1, 2, 3, 4, 5, etc. En lugar de decir “carbono”, podríamos decir “elemento seis”, entendiendo seis electrones, pero, por supuesto, cuando los elementos se descubrieron por primera vez no se sabia que podían ser numerados de esta forma y, además, hubiera hecho que todo pareciese muy complicado. Es mejor tener nombres y símbolos para estas cosas, más que llamar a todas las cosas por un numero.)

Muchas cosas se descubrieron acerca de la fuerza eléctrica. La interpretación natural de la interacción eléctrica es que dos objetos se atraen mutuamente: el más atrae al menos. Sin embargo, se descubrió que esta era una idea inadecuada para representarlo. Una representación más adecuada de la situación consiste en decir que la existencia de la carga positiva distorsiona o crea en cierto sentido una “condición” en el espacio, de modo que cuando en dicho espacio colocamos una carga, ésta siente una fuerza. Esta potencialidad para producir una fuerza se denomina campo eléctrico. Cuando colocamos un electrón en un campo eléctrico, decimos que es “atraído”. Tenemos entonces dos reglas: a) las cargas crean un campo, y b) las cargas situadas en los campos experimentan fuerzas y se mueven. La razón para esto se hará clara cuando discutamos los fenómenos siguientes: si cargamos eléctricamente un cuerpo, digamos un peine, y luego colocamos un pedazo de papel cargado a cierta distancia y movemos el peine de un lado a otro, el papel responderá apuntando siempre al peine. Si lo movemos más rápidamente, se verá que el papel se queda un poco rezagado, hay un retraso en la acción. (En la primera etapa, cuando movemos el peine lentamente, nos encontramos con una complicación que es el magnetismo. Las influencias magnéticas tienen que ver con cargas en movimiento relativo, de modo que las fuerzas eléctricas y las fuerzas magnéticas pueden atribuirse realmente a un mismo campo, como dos aspectos diferentes de exactamente la misma cosa. Un campo eléctrico variable no puede existir sin magnetismo.) Si alejamos más el papel cargado, el retraso es mayor. Entonces se observa algo interesante. Aunque las fuerzas entre dos objetos cargados deberían variar de forma inversamente proporcional al cuadrado de la distancia, cuando movemos una carga se encuentra que la influencia se extiende mucho más lejos de los podríamos conjeturar a primera vista. Esto es, el efecto decrece más lentamente que la inversa del cuadrado.

He aquí una analogía: si estamos en una piscina y existe un corcho flotando muy cerca, podemos moverlo “directamente” desplazando el agua con otro corcho. Si ustedes mirasen sólo los dos corchos, todo lo que verían seria que uno se movía inmediatamente en respuesta al movimiento del otro: hay algún tipo de “interacción” entre ellos. Por supuesto, lo que realmente hacemos es perturbar el “agua”; el agua perturba entonces el otro corcho. Podríamos construir una “ley” según la cual si ustedes desplazan el agua un poco, un objeto próximo en el agua se moverá. Si estuviese más lejos, por supuesto, el segundo corcho se movería menos, pues nosotros movemos el agua localmente. Por el contrario, si agitamos el corcho aparece un nuevo fenómeno: el movimiento del agua hace que se mueva el agua que hay más allá, etc., y se propagan ondas, de modo que, por agitación, hay una influencia mucho más lejana, una influencia oscilatoria, que no puede entenderse a partir de la interacción directa. Por consiguiente, la idea de interacción directa debe ser reemplazada por la existencia del agua, o en el caso eléctrico, por lo que denominamos el campo electromagnético.


Espectro electromagnético. Clic para ampliar

El campo electromagnético puede transportar ondas; algunas de estas ondas son luz, otras se utilizan en emisiones radiofónicas pero el nombre general es de ondas electromagnéticas. Estas ondas oscilantes pueden tener diversas frecuencias. La única cosa que es realmente diferente de una onda a otra es la frecuencia de oscilación. Si movemos una carga de un lado a otro cada vez con mayor rapidez y observamos los efectos, obtenemos toda una serie de tipos diferentes de efectos, todos los cuales quedan unificados al especificar solamente un numero, el numero de oscilaciones por segundo. La “toma de corriente” normal que sacamos de los circuitos eléctricos de las paredes de un edificio tiene una frecuencia del orden de 100 ciclos por segundo. Si aumentamos la frecuencia a 500 o 1.000 kilociclos (1 kilociclo = 1.000 ciclos) por segundo, estamos “en el aire”, pues este es el intervalo de frecuencias que se utiliza para las emisiones radiofónicas. (Por supuesto, ¡esto no tiene nada que ver con el aire! Podemos tener emisiones radiofónicas en ausencia de aire.) Si aumentamos de nuevo la frecuencia, entramos en el intervalo que se utiliza para FM y TV. Yendo aún más lejos, utilizamos ciertas ondas cortas, por ejemplo para radar.

Aumentamos aún más la frecuencia y ya no necesitamos un instrumento para “ver” el material: podemos verlo con el ojo humano. En el rango de frecuencia entre 5 x 1014 y 5 x 1015 ciclos por segundo nuestros ojos vería la oscilación del peine cargado, si pudiéramos agitarlo con tanta rapidez, como luz roja, azul o violeta, dependiendo de la frecuencia. La frecuencias por debajo se denominan infrarrojas, y por encima del mismo, ultravioletas. El hecho de que podamos ver en un intervalo de frecuencias concreto no hace que esta parte del espectro electromagnético sea más impresionante que las otras partes desde el punto de vista de un físico, pero desde el punto de vista humano, por supuesto, sí es más interesante. Si subimos aún más alto en frecuencias, obtendremos rayos X. Los rayos X no son otra cosa que luz de frecuencia muy alta. Si vamos aún más arriba, obtenemos rayos gamma. Estos dos términos, rayos X y rayos gamma se utilizan casi como sinónimos. Normalmente los rayos electromagnéticos procedentes de los núcleos se denominan rayos gamma, mientras que aquellos de alta energía procedentes de átomos se denominan rayos X, pero a la misma frecuencia son físicamente indistinguibles, no importa cual sea su fuente. Si vamos a frecuencias aún más altas, digamos a 1024 ciclos por segundo, encontramos que podemos producir dichas ondas artificialmente, por ejemplo con el sincrotón que existe aquí en el Caltech. Podemos hallar ondas electromagnéticas con frecuencias enormemente altas – incluso con una oscilación mil veces más rápida – en las ondas encontradas en los rayos cósmicos. Estas ondas no pueden ser controladas por nosotros.

Richard P. Feynman. Seis piezas fáciles. Originalmente publicado en 1963.

jueves, 4 de abril de 2013

Los homínidos del norte de África ya actuaban como carniceros hace 1,8 millones de años


Un equipo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) ha encontrado las primeras evidencias de uso de herramientas de piedra por parte de homínidos para extraer la carne animal de los huesos, tal y como lo realizan los carniceros actuales. El hallazgo se ha producido en el yacimiento más antiguo del norte de África, el de El-Kherba (Ain Hanech), en Argelia, que tiene alrededor de 1,8 millones de años. 

Marcas de corte sobre un fragmento de costilla de un hipopótamo. / Mohamed Sahnouni.

Científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) de Burgos han hallado las primeras evidencias de uso por parte de homínidos de herramientas de piedra para extraer la carne animal de los huesos, tal y como lo realizan los carniceros actuales.

El descubrimiento ha tenido lugar en el yacimiento más antiguo del norte de África, el de El-Kherba (Ain Hanech), en Argelia, que tiene aproximadamente 1,8 millones de años. El trabajo ha sido publicado en la revista Journal of human evolution y se enmarca en un proyecto más amplio de investigación paleoantropológica, el Ain Hanech Paleoanthropological Project.

Mohamed Sahnouni, investigador del Cenieh y primer firmante del artículo, explica a DiCYT que este proyecto analiza las primeras ocupaciones humanas del norte de África y las adaptaciones de estos homínidos. El de El-Kherba es un yacimiento ‘llave’ en este sentido, ya que cuenta con una rica cuenca sedimentaria con depósitos desde el Mioceno medio (hace unos 14 millones de años), hasta el Pleistoceno y el Holoceno (hace unos 11.700 años).

Los investigadores del Cenieh, que colaboran en la iniciativa con la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona y con colegas argelinos, han hallado en este yacimiento unos extraordinarios depósitos de fósiles de mamíferos, “fauna de tipo sabana africana compuesta por elefantes, rinocerontes, bóvidos grandes y pequeños, carnívoros, y otra fauna que indica la presencia de agua”.
El equipo científico ha analizado si existen modificaciones en estos huesos fósiles causadas por los homínidos, para saber si en aquel momento existía un consumo de estos animales, y han obtenido unos interesantes resultados.

“Hemos estudiado la composición anatómica de estos restos y también la composición taxonómica de la fauna, y todo indica que la acumulación de estos huesos fósiles está provocada por los homínidos, que vienen a este lugar donde había agua para la materia prima, para manufacturar artefactos líticos con filos muy eficaces para cortar la carne (hechos de caliza y sílex, como cantos tallados, poliedros, esferoides, lascas y varios fragmentos), un lugar con agua que atrae también a los animales”, detalla Sahnouni.

Pruebas en los huesos y en los utensilios

Tras observar al microscopio las superficies de estos huesos fósiles, han encontrado marcas “claras” de cortes que demuestran la utilización de artefactos líticos para extraer la carne animal, en lo que serían las evidencias más antiguas del norte de África. Los investigadores también han hallado pruebas del uso de estos artefactos hechos de caliza y sílex para cortar carne, a través del estudio microscópico de las huellas de trazas sobre las propias herramientas, principalmente las lascas, “un hecho muy raro, ya que hasta ahora no existe ningún yacimiento del que se tengan evidencias de las dos partes, tanto de los huesos como de los utensilios, en lo que reside la importancia de este estudio”, agrega el científico.

Así, “todo indica que los homínidos de este lugar, de hace cerca de 1,8 millones de años, eran capaces de tener acceso a la carne animal”. Los análisis realizados revelan que estos homínidos realizaban varias actividades carniceras como la evisceración, desarticulación, extracción de la carne, y la fractura de los huesos de grandes mamíferos para poder obtener la nutritiva médula.
Por otro lado, al encontrarse estas evidencias en el norte de África el artículo publicado concluye “que todo el continente africano es un lugar de adaptación y desarrollo del comportamiento de los primeros homínidos”, y no solo el este del continente.

Además de la adquisición de comida y la forma de subsistencia de estos homínidos, objeto del artículo publicado, el Ain Hanech Paleoanthropological Project abre otras tres líneas de investigación: la cronología de las primeras ocupaciones humanas en esta parte de África, la reconstrucción del paleoambiente de este yacimiento, de hace unos dos millones de años, y el estudio de la tecnología lítica que utilizan estos homínidos así como aspectos de su inteligencia o adaptación al medio.

Referencia bibliográfica
Sahnouni, M., Rosell, J., van der Made, J., Vergès, J. M., Ollé, A., Kandi, N., … & Medig, M. (2013). “The first evidence of cut marks and usewear traces from the Plio-Pleistocene locality of El-Kherba (Ain Hanech), Algeria: implications for early hominin subsistence activities circa 1.8 Ma”. Journal of human evolution, 64(2), 137-150.

Artículo publicado en Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).